|| Capítulo 65 ||

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Agrias noticias.





Apreté los labios cuando me pusieron la inyección trimestral, finalmente vine a ponérmela porque no quería volver a tener sorpresas inesperadas que me dejaran al borde del colapso y de la muerte.

—Listo —me avisó la doctora y sonreí —. Cada tres meses deberá venir para que le volvamos a colocar la inyección, ¿sí?

—Perfecto —dije y salí del hospital, sentí una pequeña molestia, pero supongo que debía volver a acostumbrarme. Antes me la ponía, luego seguí con las pastillas y ahora de nuevo con la inyección, ya veo que era más efectivo.

Niko se enderezó del capó de la camioneta y nos fuimos a casa.

Khan estaba en la casa presidencial y tenía todo el maldito penthouse para mí sola, abrumada y aburrida. Me puse a cocinar algo ya que hace mucho no lo hacía, preparando la cena para mí porque supuse que Khan iría al club.

Me di una ducha y terminé de hacer la salsa para la pasta mientras escuchaba música del estéreo, creo que era la primera vez que tenía un día normal en mi vida. Sin violencia. Sin mensajes. Sin peleas. Era ideal, y creo que rozaba lo aburrido incluso.

Revisé mi móvil de reojo, eran pasada las once de la noche y Khan ha de llegar como a las dos o tres de la mañana. Supe que golpeó a Malik hace una semana atrás, veo que se contuvo demasiado porque sé que de no haber sido su amigo le habría roto el cuello.

Aún así, le rompió el brazo y fue horrible. No estuve ahí, pero sé lo bruto que puede llegar a ser Khan.

Oí unas pisadas a mi espalda y giré sobre mi eje, me sorprendió encontrármelo del otro lado de la isla.

—¿Y las empleadas para que están? —preguntó.

—Me gusta cocinar, por si no sabes —mordí un pedazo de zanahoria y apoyé los codos en la isla —. Veo que no sabes mucho de mí, solo te gustan los problemas, ¿eh?

—Es para lo único que vivo —respondió y me reí, al parecer era cierto.

Fruncí el ceño al ver sus nudillos vendados, venía recién duchado y sabía que había subido a la jaula a pelear, eso quiere decir que venía del club.

—¿Peleaste de nuevo? —le pregunté.

—Sí.

—Como que se te está haciendo costumbre, ¿no? —le di otro mordisco a la zanahoria y lo seguí con la mirada mientras se quitaba la corbata de mala gana.

—Es una costumbre desde siempre, pero sí, tal vez sea más constante esta vez —me miró —. ¿Por qué?

—¿Me engañas, Khan? —le pregunté y arrugó las cejas.

—¿A qué viene eso?

—Siempre llegas bañado del club y eso solo lo hace un infiel. Llegas como a las tres o a veces las cinco de la mañana aquí, ya duchado —entrecerré los ojos, pensativa. Se desabrochó los botones de las mangas de la camisa y se la remangó hasta los codos, dejándome ver sus tatuajes.

—¿Y por qué sales con esa idiotez de repente? —bufó —. ¿Quién demonios te llenó la cabeza de mierda? ¿Le sigues respondiendo las llamadas al hijo de puta de Alexey? ¿Es él?

—No, no es Alexey, solo tengo esa duda —alcé un hombro —. Son curiosidades mías.

—No soy un jodido hombre que engañe, Kassia, soy directo con todo así te joda —dejó claro y asentí porque en eso tenía razón, era muy directo el perro maldito —. No me interesa ninguna mujer que no seas tú, ¿no lo entiendes o me crees un hombre de muchas?

Dulce Castigo [+21] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora