CLOE
26 de julio de 2025.
Me miré al espejo una última vez. Solté un suspiro. Ha pasado mucho tiempo, demasiado a decir verdad. Sé que suena un poco egoísta que el día de la boda de mi mejor amigo no pare de pensar en mí y en él... pero... no puedo evitarlo. Era imposible.
Escuché un fuerte ruido en las escaleras, la puerta se abrió bruscamente y me giré con sorpresa.—¡He llegado!
Vi que se asomaba un cabello castaño revuelto con unos ojos verdes achinados y sonreí a la vez que mi mano tocaba mi pecho calmando la angustia. Mi estabilidad emocional era demasiado frágil y siempre estaba alerta.
—¡Dylan, casi me matas del susto!, pasa —entró con una amplia sonrisa en su resplandeciente rostro mientras yo intentaba respirar pausadamente. Me giré al espejo con disimulo repasando los detalles de mi maquillaje.
—No, por favor no puedes morir aún, solo espera un rato a que se casen tus amigos, no seas egoísta robándoles su gran momento —dijo con sarcasmo.
«San musculitos, ¡qué bueno está el chaval!» Gritaban las diosas en mi mente.
Me abrazó por la cintura, me dio un beso tierno en el hombro y nuestras miradas se conectaron a través del espejo. Sus preciosos ojos eran similares a los míos, aunque los de él eran verdes más oscuros y, cuando sonreía se achinaban. Su delicada y sensual manera de tocarme y su gran sonrisa me hicieron relajarme.
—Estás preciosa.
Dylan siempre había sido como cuando veía el mar en calma en un atardecer multicolor; me transmitía esa paz y tranquilidad que necesitaba cada día. Me giré y lo miré directamente a sus brillantes ojos. Él apoyó sus brazos en el tocador alrededor de mi cuerpo acercándose peligrosamente, rozó mis labios y su contacto me erizó.
Ya no soy aquella niña ingenua que no gestionaba sus emociones y actuaba por instinto. Ahora el instinto actúa por placer en mi zona de confort. Y ese era Dylan, mi refugio. Me separé sin ganas con una plácida sonrisa al sentirlo tan cerca.
—Se nos hace tarde, te conozco y me vas a liar —pestañeé con picardía; me gustaba jugar... Cogí sus tirantes, tiré de ellos acercándome a su cuerpo y besé sus exquisitos labios, me rodeó con sus anchos brazos y profundizó ese beso que necesitaba para olvidar los pensamientos que se juntaban como dardos en mi cabeza. Ojalá este día terminara rápido y pasara página de una vez.
Nos separamos sin ganas porque nos conocíamos demasiado. Éramos conscientes de que cuando empezábamos no había quien nos parara y estábamos en casa de mis padres para montárnoslo allí arriesgándonos a que nos pillaran en plena faena.
Recorrí su cuerpo con la mirada. Estaba guapísimo, como siempre. Llevaba puestos los pantalones de traje y unos tirantes negros a juego con la camisa blanca ajustada que definía su trabajado cuerpo. Dy era un obseso del crossfit y hacía todo el ejercicio por él y por mí. Su magnífica tableta era mi debilidad.
—No estás nada mal ehhh, pero te gano con mi superchandal —le di un golpecito en el hombro y me giré mostrando mi desastroso atuendo. Solo me había rizado el cabello con las tenacillas y maquillado suavemente para vestirme en el pazo.
Su amplia sonrisa iba desapareciendo poco a poco y sabía lo que iba a preguntar antes de que abriera la boca.
—¿Estás bien? —Su preocupación y su atención por mí era de las cosas más tiernas que había visto nunca. Dy era una persona serena y pausada con las palabras perfectas en el momento indicado.

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Mis días de adolescente. Sentir III (Publicada en físico).
RomanceTercera parte de la trilogía MDDA. (Completa). (Publicada en físico 15/09/22). SINOPSIS. Pasaron demasiados atardeceres y lloré mil lunas preguntándome el porqué. ¿Por qué me perdí de vivir estos años contigo? ¿Por qué me regalaste los mejores y p...