Sábado, 11 de noviembre del 2023
Marco, como era costumbre, se quedó a almorzar en mi casa. Por la mañana estuvimos haciendo la tarea en mi cuarto y, después de comer, decidimos que nos iríamos a la ciudad, porque ambos teníamos cosas que hacer.
- ¿Por qué no dejas ese trabajo en la comunidad? Te quita mucho tiempo y no lo necesitas. Tus padres son ricos - me preguntó Marco al llegar a la ciudad.
- Sabes que me gusta ganar mi propio dinero, además, el trabajo me encanta. Es fácil, me da la posibilidad de tener un sitio donde dormir cerca del instituto y me pagan bien. No entiendo la razón para dejarlo.
- Que ahora estarías acompañándome a recoger la ropa de mi madre de la tintorería y luego iríamos a buscar a los chicos es una buena razón.
- Pero, si en una hora iré a dar con vosotros. No tardo nada - le expliqué.
- Vale, pero no vayas a ver a Martha que si no, llegas muy tarde - me dijo mientras se subía a la bicicleta y se alejaba de mí.
Yo estaba a cincuenta metros del edificio Chicago. Aseguré la bicicleta a un árbol que estaba a mi lado y me fui caminando hacia el edificio. Como siempre estaba todo muy tranquilo.
Revisé el buzón porque no lo pude hacer el día anterior. Estaba vacío. Normalmente, ya no me dejaban nada en el buzón. Me había comprado una tarjeta de teléfono sin contrato y les había dado mi número a todos los propietarios de la comunidad, además de a los Eric, por supuesto.
Todo el mundo me enviaba un mensaje a ese teléfono e intentaba solucionarlo todo sobre la marcha. Así estaban todos más contentos y yo me organizaba mucho mejor. También me pasaba dos o tres días por el edificio como mínimo. Dormía dos noches a la semana con mi hermano en el piso y además todas las semanas visitaba alguna vez a Martha.
Martha y yo nos habíamos hecho muy buenas amigas. Esa señora y yo tenemos un carácter parecido y lo pasábamos muy bien juntas. La había sacado varias veces del piso y un sábado vino a almorzar a casa. Mi padre y Marco nos vinieron a buscar y nos divertimos un rato.
***
Cuando ya había revisado todo en el edificio y me disponía a quitarle la cadena a mi bicicleta, una voz conocida me saludó desde lejos.
- Ellie, Ellie, espera.
- Eric, ¡qué sorpresa verte! - le dije cuando se acercó hasta donde yo estaba y me dio un abrazo como saludo.
- ¿Ahora soy Eric? - bromeó.
- Prefieres que te llame Júnior.
- Sinceramente, sí. Me hace sentir especial - me contestó con una sonrisa.
- ¿Qué tal Sénior? - le pregunté con una sonrisa.
- Bien, se alegra de verme todos los fines de semana. Sabe que la mayoría de mis compañeros de la universidad no visitan a sus padres tan frecuentemente y eso le hace sentir también muy especial.
- Eres muy buen hijo, Júnior - lo llamé esta vez por el apodo que le había puesto.
- Solo estoy equilibrando la balanza. Él es muy buen padre.
- Estoy segura de que lo es - le dije, porque no conocía tan bien su relación como para poder opinar.
- ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Tienes planes para luego? - me preguntó un poco nervioso.
- Sí, acabo de terminar con la comunidad y me están esperando los chicos. Seguro que quieren planear nuestro próximo golpe.
- ¿Próximo golpe? - se extrañó.
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SOMOS CINCO RUBIOS - COMPLETA
Teen FictionEste año es mi último curso en el instituto. Después tendré que saber que voy a hacer con mi vida. He tenido una vida muy fácil, como todos los adolescentes que conozco. Mi mayor problema ha sido elegir mis asignaturas a principio de año, e incluso...