CAPITULO CUARENTA Y UNO - UN PLACER CONOCERTE

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                  Viernes, 23 de febrero del 2024

Todos en la mesa se quedaron quietos, sin saber qué hacer o qué decir. La primera en reaccionar fui yo que me levanté y salí corriendo detrás de Matt. Menos mal que ya me lo había comido todo.

Ni en una situación así puedes dejar de pensar en la comida.

Tenía que reconocer que no me gusta pasar hambre.

En cuanto alcancé a Matt, lo sujeté por el hombro para que se girase hacia mí. No me esperaba ver sus ojos cargados de lágrimas y las mejillas húmedas y mi primer impulso fue abrazarlo.

Por supuesto que seguía enfadada con él, pero ahora no era el momento de demostrárselo, tenía que consolarlo. Estuvimos así unos minutos, hasta que oímos que mis padres y Samanta se acercaron, por lo que me separé de él y entrelacé mis dedos con los suyos mientras tiraba de él hasta llevarlo a las tumbonas que estaban en el jardín.

Mi madre se acercó hasta donde nos acostamos, cada uno en su tumbona y, sin mediar palabra, le entregó el postre a Matt, que había dejado a mitad en la mesa y uno nuevo para mí. Era mousse de limón, uno de mis postres favoritos.

- Del uno al diez, siendo diez muchísimo y uno nada, ¿cuánto estás enfadada conmigo? – rompió Matt el silencio después de un largo minuto.

- Diez – le contesté sin añadir nada más.

- Vaya, entonces es peor de lo que imaginaba – intentó bromear, pero a mí no me hizo nada de gracia.

- Cómete el postre y cállate, Mathew – le dije, porque no quería decirle una burrada de las mías.

Estaba que echaba humo, sé que lo ha pasado mal por la muerte de sus padres, pero ni siquiera le había hablado de mí a Samanta. Solo había intentado cambiar sus planes para verme el día de San Valentín, de resto, hacía su vida como si yo no existiese.

Nos comimos el postre en silencio, mientras mirábamos a mis padres que estaban con Samanta en la zona de los sofás y escuchábamos lo poco que podíamos entender de lo que estaban hablando. Cuando acabé el postre, Matt se recostó y se puso las manos detrás de la cabeza y yo lo imité.

- ¿Qué quieres que te cuente? – me preguntó Matt, por la voz se notaba que estaba un poco nervioso.

- ¿Por qué no me hablas nunca de tus cosas? ¿Por qué Samanta no sabe nada de mí? Yo te lo he contado todo, incluso cosas muy íntimas.

- No es lo que piensas. En primer lugar, nunca me ha gustado hablar de trabajo o la compañía de mis padres. No lo hacía ni cuando estaban ellos vivos. Siempre he tenido miedo de que mis amigos o mi pareja estén conmigo por lo que tengo.

- ¿Tan rico eres? – le pregunté extrañada.

- Tengo algunas propiedades y cuentas con muchos ceros a mi nombre, aunque realmente no he aceptado oficialmente la herencia de mis padres por motivos fiscales, lo que quiere decir que, en un futuro próximo, cuando la empresa sea mía, tendré muchísimo más. Pero mi padre siempre lo tuvo todo preparado para que pudiese tomar las riendas de toda la empresa antes de que fuese mía.

- ¿Y crees que yo te...? – no pude seguir la pregunta.

¿Qué podía decirle? ¿Qué lo quería? A un chico que ni siquiera le había hablado de mí a la única familia que tenía en el mundo.

- No he dicho eso, Ellie. Tu padre ya me lo dejó claro cuando te conocí. Tú te sabes buscar la vida sin necesidad de nadie más.

- ¿Pero crees que estaría contigo por tu dinero? A lo mejor no lo parece, porque voy siempre con pintas de vivir en la calle, pero no necesito el dinero de nadie – le dije molesta.

SOMOS CINCO RUBIOS - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora