Viernes, 27 de septiembre del 2024
Hacía dos semanas que no veía a Matt y estaba tan nerviosa que casi no había desayunado. El martes veinticuatro llegué a Berlín por la mañana, aunque Matt aún no sabía nada.
Me fui directamente a mi residencia de estudiantes en Polonia y, después de dejarlo todo preparado para empezar en la universidad a principios de octubre, me he tomado tiempo para conocer tanto Slubice como Frankfurt an der Oder. La primera era la pequeña ciudad polaca donde iba a vivir y que estaba separada de Alemania por el río Odra. Por supuesto que al otro lado está Frankfurt, pero el otro, no Frankfurt am Main. Esta ciudad es mucho más pequeña y es mucho más gris, pero me gusta.
Al día siguiente aproveché para ir a la facultad, ver mis horarios y buscar un gimnasio donde practicar boxeo, al fin y al cabo, Axel Schulz era de esta ciudad. Todo me fue genial menos esto último. Por lo menos conocí a mis compañeras de residencia y parecían divertidas. Las dos ciudades son pequeñas y no hay mucho que hacer aquí, pero hay tres cosas que me gustan: correr a la orilla del Odra, que los lunes no tengo clases y que tardo cuarenta y cinco minutos en llegar al apartamento de Matt. Ese día salí con mis compañeras de piso y algunos amigos a tomarnos algo y me encantó el ambiente pueblerino de la parte polaca.
Ayer fui a ver a la familia de mi padre porque si no hubiesen montado un escándalo. Viven en Hoppegarden, a las afueras de Berlín, todavía más cerca de mi residencia que Matt. Hacía tiempo que no los veía y de paso quedé con algunos amigos que había hecho cuando estudié en el instituto Peter Joseph Lenné. Me lo pasé muy bien, pero no veía la hora de que acabase el día y fuese viernes para poder visitar a Matt.
Matt sabía que llegaría el viernes, pero no sabía la hora y yo no se la dije. Estaba empeñado en irme a buscar al aeropuerto y eso, por supuesto, no se lo iba a permitir.
Las clases para él también empezaban la semana que viene, por lo que me dijo que estaría en su piso esperándome, ya que estaría también libre de sus obligaciones como asistente.
Al principio pensé en salir a las nueve de la residencia, pero cuando me vi a las seis de la mañana con la mochila preparada, me fui a la estación de tren y me dejé llevar.
Antes de las ocho de la mañana estaba tocando el timbre del piso de Matt o, al menos, el que suponía que sería su piso por la dirección que me había dado. Samanta no mintió y la zona era muy bonita.
Cuando Matt abrió la puerta con una camiseta y unos pantalones de hacer deporte, se quedó mirándome con la cara somnolienta.
- ¿Qué haces aquí tan temprano, bichito? – me dijo mi novio como bienvenida, habíamos hablado hasta las doce de la noche, hora local, por lo que creería que volaría por la tarde, como había hecho él.
- ¿No te alegras de verme? – le pregunté levantando una ceja.
- Claro que me alegro, entra y no te quedes ahí fuera – me dijo mientras tiraba de mí, me abrazaba y me olía el pelo, una costumbre que solía hacer bastante a menudo.
- Extrañaba tu olor – fue lo único que dije mientras enterraba mi cara en su pecho.
- ¿Has traído solo esa mochila? ¿Tienes hambre? Yo estaba durmiendo, pero puedo prepararte un Cola Cao que me he traído en la maleta – me dijo mientras se separaba de mí.
- No tengo hambre porque ya he desayunado, lo que estoy es cansada. Anoche no pude pegar ojo – me sinceré.
- Pues vamos a la cama a dormir. Solo dormir, lo prometo y luego veremos lo que pasa – dijo utilizando esa expresión que para él era sinónimo de sexo.
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SOMOS CINCO RUBIOS - COMPLETA
Teen FictionEste año es mi último curso en el instituto. Después tendré que saber que voy a hacer con mi vida. He tenido una vida muy fácil, como todos los adolescentes que conozco. Mi mayor problema ha sido elegir mis asignaturas a principio de año, e incluso...