CAPITULO SETENTA - YA SOMOS CINCO

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      Martes, 25 de diciembre del 2029

Mamá tenía razón, te casas y el tiempo pasa volando. Parecía que fue ayer cuando le dijimos a todos en el hospital que estaba embarazada. Si hubiese sabido todo lo que sabía en este momento, estaba segura de que hubiese actuado igual. Había hecho muchas tonterías y locuras en mi vida, la mayor, largarme de casa porque nunca me había pasado una desgracia en la vida, pero si no me hubiese ido no hubiese conocido a Júnior, uno de mis mejores amigos actualmente y no me hubiese encontrado con Matt en aquella tienda.

Posiblemente, nos hubiésemos conocido de otra manera, sin embargo, no me hubiese sentido igual. Lo que más me llamó la atención de Matt fue que no pude entenderlo desde un principio y si hubiese conocido toda su historia, hubiese perdido parte de su encanto.

Matt se fue a China solo. Buscó dos apartamentos de tres habitaciones cada uno en un mismo edificio en la ciudad de Shanghái y los preparó para cuando pudiésemos ir.

Carla y Jack se quedaron conmigo, aunque antes nos pasamos todo el verano disfrutando de los amigos y viviendo en nuestra casa. Markus y Kate estaban más que contentos de tenernos con ellos en la finca y Martha parecía diez años más joven. Cuando llegamos en verano ya no tenía a nadie contratado para que la cuidasen porque ella lo hacía todo sola, eso sí, aprovechó a Jack lo que pudo e iba dos o tres veces en semana a visitar a sus amigas. Yo iba alguna vez con ella y llevábamos alguna tarta que habíamos horneado el día anterior.

Para mi sorpresa, la finca había cambiado mucho. Matt había ordenado reformar unos establos que estaban en la entrada y había hecho cinco adosados idénticos. No eran muy grandes, pero estaban muy bien porque tenían dos plantas. En la planta de arriba tenían dos dormitorios y un baño y en la planta de abajo una pequeña cocina, otro baño pequeño y un salón bastante amplio. Me sorprendió que no solo los había preparado para los rubios, también uno era para Júnior, que se pasó el verano viviendo, prácticamente, todos los días allí.

También había arreglado la piscina que estaba en la parte trasera de la casa y mandado a construir una casa de madera, de esas que son prefabricadas, porque no le dieron licencia para construir otro edificio más, solo le permitieron reformar los existentes.

En la casa de madera se instalaron Carla y Jack. Carla insistía en que no eran pareja, pero ya los habíamos visto besándose varias veces. Carla era muy divertida y Jack muy buen chico, se merecían ser felices los dos.

Empezó el primer semestre y al estar cerca de mamá y Matt haberse ido a China, estuve unas semanas viviendo en casa de mis padres, aunque iba muy a menudo a la finca a ver a Martha y a todos los demás.

Nos dijeron que el bebé llegaría a principios o mediados de noviembre y Matt avisó de que tomaría los quince días de paternidad posiblemente por esas fechas. Pero el uno de octubre, me empecé a sentir extraña y Carla me dijo que me iba a poner de parto en breve. Antes de llamar a mi marido, quise ir al hospital, pero Carla no pensó del mismo modo y lo llamó para decirle que viniese urgentemente.

Matt no se quiso arriesgar a perderse el nacimiento de su primer hijo y tomó el primer avión. Según nos dijo luego, en la universidad no habría clase hasta el día siete porque había varios festivos, así que aprovecharía y podríamos vernos de todas maneras. Tardó casi un día en llegar, y menos mal que le hizo caso a Carla porque tres horas más tarde, nació Anne. La llamamos así siguiendo la tradición familiar de ponerle al primogénito un nombre de algún protagonista de los libros de Jane Austen.

La niña era muy buena y tranquila, mi madre dijo que no se parecía a mí y Kate dijo lo mismo de Matt, así que, al fin y al cabo, tuvimos suerte. Matt tenía paternidad hasta el veintidós de octubre, pero decidimos irnos los seis en el jet de la empresa el catorce para aprovechar que se había alquilado en Hangzhou, una ciudad cercana a Shanghái.

SOMOS CINCO RUBIOS - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora