CAPITULO VEINTE - HOGAR, DULCE HOGAR

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            Jueves, 31 de agosto del 2023

Hoy ha sido mi último día a media jornada en el restaurante, por lo que a partir de ahora solo haré ocho horas como antes del verano. También ha sido mi último día de trabajo en la empresa de mi madre. He recibido una pluma por parte de mis compañeras, que son las mejores, y un ramo de rosas de Eric deseándome lo mejor. Cómo supo que era mi último día, no lo sé, pero fue todo un detalle. Lástima que no me gusten las flores cortadas, solo las que están plantadas, y se las regalé a las chicas.

Marco me vino a buscar para convencerme para salir, pero en cuanto le dije que hoy había quedado con mi madre para planificar el resto del año, huyó despavorido. Me dijo que iba a ver si convencía a Matt para que lo viniese a buscar, aunque lo había intentado ayer y no había funcionado. El pobre Matt había tenido una semana bastante estresante debido a los cambios que estaba haciendo en su compañía y no tuvo tiempo, sino para escribir dos mensajes en el grupo en toda la semana.

También me envió a mí uno esta mañana, diciéndome que haría todo lo posible por venir a vernos el sábado y que le gustaría que tuviese tiempo para estar con él. Yo le dije que solo trabajaría el viernes y que el sábado y el domingo libraba, no contesté directamente a lo que me pidió, pero no sabía que más poner.

El lunes y el martes me quedé a dormir en el piso. A veces era más fácil, porque me quedaba todo más cerca. Por supuesto que Claudia se pasó con Mónica a preguntarme primero todo lo que sabía sobre Eric y después todo lo que estaba pasando con Matt, el caballero oscuro, que es como lo llamaron.

Aprovecharon para ir de compras otra vez y me arrastraron con ellas, incluso vinieron ayer a casa de mis padres y estuvieron por la tarde en mi cuarto mientras yo estaba trabajando. Me ordenaron el armario, pusieron en una caja lo que para ellas era un "never", es decir, que nunca me lo debería de poner, e hicieron una lista con lo que necesito comprar para que mi armario tenga más armonía. Sí, utilizaron esa estúpida palabra que, en realidad, hablando de mi armario, podía significar cualquier cosa. Creo que quedaron con mi madre para ir de tiendas las cuatro el sábado por la mañana, pero yo quería ir a ver jugar a Edu.

Sí, claro, ir a ver jugar a Edu.

Siempre me ha encantado ir a ver sus partidos. He ido muchas veces. Además, odio ir de compras y supongo que Matt, con lo ocupado que ha estado, vaya a tener tiempo para asistir.

En cuanto entré a la cocina para merendar, me di cuenta de que mi madre solo estaba esperando por nosotros para empezar con la planificación, por lo que le eché un grito a mi hermano para que bajase. La mesa de la cocina estaba llena de libros de cocina, un calendario, libretas con nuestras recetas y trucos y lo más importante, la libreta de los eventos. ¡Hogar, dulce hogar!

Merendamos y nos pusimos manos a la obra. Este año el primer día de clase era el doce de septiembre y, según los planes de mi madre, debíamos tener todo preparado desde el viernes, porque el sábado iríamos a comprar, como último remedio, lo que aún nos faltaba. Eso sí, prepararíamos bien la merienda de ese día por la tarde. Ya se habían convertido en tradición las meriendas que hacemos en el jardín de casa el primer día de clase. Mi hermano invitaba a algunos amigos y yo hacía lo mismo para pasarnos toda la tarde contándole a mamá quiénes eran nuestros profesores, con quién nos había tocado en clase y esas tonterías que mi madre quería saber.

A mi madre le encantaba planificar el resto del año antes de que acabase el verano. Sí, parecía un poco excesivo, pero en su favor debía decir que siempre que teníamos un evento, estaba más que preparada.

Lo siguiente de la lista era el cumpleaños de Edu, que este año solo quería hacer una merienda en casa con algunos amigos, algo sencillo, pero con bizcocho, tarta y mucha comida, sus amigos comían más que los míos.

Cuando llegamos al mes de diciembre, ya había pasado más de una hora. Menos mal que mi madre se había organizado un poco antes y había elegido las posibles galletas que íbamos a hacer por San Nikolaus, tenía fotocopiadas las recetas de los dulces navideños que quería hacer y nos dio a elegir entre tres opciones para la cena de Noche Buena y Fin de Año y el almuerzo de Navidad.

- Ahora solo falta tu cumpleaños, Ellie. ¿Dónde lo quieres celebrar? - me preguntó mi madre entusiasmada.

- Mamá, creo que este año no quiero hacer gran cosa. A lo mejor ir al cine con los chicos o algo así - le contesté.

- También podrías celebrarlo en el zoo - intentó animarme.

- Sabes que no me gusta el zoo.

- De pequeña te encantaba - dijo mi hermano.

- Hasta que me di cuenta de que todos los animales estaban encerrados como en una cárcel y no volví más - le contesté.

- Lo dejamos abierto y ya lo organizamos cuando te hayas decidido - fue la oferta de mi madre.

Nos disponíamos a elegir los detalles que tendríamos en Navidades con los empleados de mi madre, algunos clientes y amigos cercanos cuando me llegó un mensaje al teléfono.

Matt No Amigo: Bichito, ¿estás ocupada? ¿Qué estás haciendo?

Yo: Preparando con mi madre el almuerzo de Navidad, entre otras cosas. Me niego a discutir por aquí lo de llamarme Bichito, ya lo haremos en persona.

Matt No Amigo: ¿Estás diciéndome que quieres verme, bichito?

Yo: No te hagas ilusiones, Caballero Oscuro.

Matt No Amigo: ¿Caballero Oscuro?

Yo: Es como te llaman Claudia y Mónica.

Matt No Amigo: Ahora sí que me siento alagado, hablando de mí con tus amigas.

Yo: Ya veo que tu ego no cabe en este mundo.

Matt No Amigo: He visto en el grupo que los chicos quedaron en una hora para tomar algo. ¿Vas a ir?

Yo: No te pongas celoso, Romeo. No puedo ir, tengo entrenamiento de boxeo.

Matt No Amigo: A veces me olvido de que mi futura prometida sabe patear traseros.

Yo: ¿Futura prometida? ¿No vas un poco acelerado?

Matt No Amigo: ¿Lo hablamos el sábado?

Yo: Lo hablamos el sábado.

Matt No Amigo: ˂3

Yo: = (

Las pocas veces que nos hemos escrito siempre nos habíamos despedido así, él ponía una especie de corazón o un helado de dos bolas, y yo una cara de mal humor. Mi madre me sonrió en cuanto terminé de escribirme con Matt, espero que no se hiciera muchas ilusiones, no creía que esto que teníamos, llegase a nada.

¡Así me gusta! Optimista.

SOMOS CINCO RUBIOS - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora