CAPITULO TREINTA Y NUEVE - SOLOS EN CASA

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     Domingo, 18 de febrero del 2024

Después del fiasco de San Valentín, Matt había estado tan ocupado como siempre, pero al menos, hablábamos una vez al día y nos enviábamos varios mensajes. Solía llamarme cuando estaba cenando y mi madre me permitía comer usando el teléfono para que cenásemos juntos.

Las clases iban como siempre, aunque Sam y Tom tenían dificultades con Matemáticas y entre Yjo y yo les estábamos echando una mano. 

Mis padres se habían ido el fin de semana a ver a unos amigos a Marruecos. Se fueron el sábado por la mañana y regresarían el martes por la tarde, así que nos habíamos quedado solos en casa.

Matt tenía pensado venir ayer, pero al final no pudo porque tuvo partido por la mañana y luego se tuvo que ir de viaje.

El que se ha quedado en casa desde el viernes por la noche, y no había salido para nada, era Marco. Se trajo una maleta con él y les dijo a mis padres que nos cuidaría hasta que ellos volviesen porque, según él, era el único responsable, ya que era mayor de edad.

Mi madre me dijo luego, en privado, que lo vigilara porque de Marco se podía esperar cualquier locura. Pero la verdad era que se había portado muy bien. Anoche nos habíamos quedado en casa y no salimos a pesar de la insistencia de los chicos, que querían celebrar el ojo morado de Yjo. Sí, mis amigos no estaban muy bien de la cabeza.

Aunque no vino, Matt me dijo toda clase de cosas absurdas, sobre todo referente al sexo telefónico. Eso sí, me prometió que nos veríamos el fin de semana que viene.

Lo del sexo por teléfono lo decía para molestarme, al igual que cuando me recordaba las citas dobles que tuvimos con mis padres, las cuales no fueron citas en absoluto.

Hoy nos levantamos todos tarde y la casa estaba en silencio, por lo que me quedé en la cama hasta pasadas las diez de la mañana. Me levanté porque Júnior había enviado un mensaje diciendo que venía a desayunar a casa y a contarme todo lo ocurrido la noche anterior.

En cuanto me levanté, desperté a las dos marmotas que también dormían en casa y bajé a la cocina a preparar el desayuno. Eric tardó diez minutos, pero ni Edu ni Marco habían bajado todavía.

- ¿Cómo te trata tu vida de casada, Ellie? – me preguntó Júnior mientras me ayudaba a preparar su café.

- ¿Casada? Pero si aún no me habéis dejado tener ni una cita en condiciones – le eché en cara.

- Perdona por lo del otro día. Ya es la segunda vez que nos salvas el trasero – me agradeció.

- Matt hizo más de la mitad del trabajo. No sabía que peleara tan bien – le dije despertando su interés.

- ¿El elegido sabe pelear?

- Sí, y pega unas patadas increíbles. Seguro que ha practicado algún arte marcial o algo así.

- Vaya, pues solo le faltan unos tatuajes y es el sueño de toda chica adolescente.

- No te olvides que también debe estar enfadado con el mundo y estar siempre de mal humor – añadí divertida.

- No, Ellie. Con tu mal humor ya tenemos suficiente.

- ¡Júnior! – me quejé por su comentario.

- ¡Es broma! Ahora en serio, gracias por salvarnos, sobre todo a Chris cuando aparecieron los tres imbéciles aquellos.

- No me has contado cómo te va con él.

- Muy bien. Ayer coincidimos con mi padre y Chris casi no se lo hace en los pantalones. Pero ya conoces a mi padre. Se estuvo riendo de él un rato, haciendo como que no aprobaba nuestra relación, hasta que no pudo más y estalló en carcajadas. Últimamente, está otra vez feliz, como antes de que mi madre falleciera – me dijo Júnior, cada vez le costaba menos hablar de su madre.

SOMOS CINCO RUBIOS - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora