SOMOS CINCO RUBIOS - COMPLETA

CAPITULO TREINTA Y SIETE - UNETE AL CLUB ROSA

     Sábado, 10 de febrero del 2024

Año nuevo, vida nueva, y a mí me la habían fastidiado bastante. 

En el instituto seguía todo igual, pero el curso que estaba haciendo con las prácticas de empresa acabó a finales de diciembre y después de Navidades comencé la segunda parte. El problema era que las clases las habían puesto los lunes media hora después de que acabase el instituto y dábamos las cuatro horas el mismo día. Por lo tanto, no podía almorzar como una persona normal, sino que tenía que llevarme mi almuerzo para comérmelo en la misma aula donde se impartía el curso. Tampoco podía ir a las clases de instrumento de los lunes, que es a la única clase de música que iba además de la hora de ensayo de los jueves antes de mi entrenamiento de boxeo.

Así que tuve que cambiarlo todo. Los lunes y los jueves boxeaba por la tarde y corría antes de ir al instituto, los martes iba a la empresa de mi madre cuatro horas por la tarde y terminaba justo a tiempo para entrenar con los chicos al fútbol, cosa que tengo que agradecer a mi nuevo horario. Los miércoles los tenía libres y a veces hacía cuatro horas en el restaurante que las complementaba con otras cuatro el fin de semana.

Los jueves, además del boxeo y correr, tenía el ensayo de la banda, pero casi no iba, ya que no sigo las clases individuales por el curso.

Había hablado con la directora y me dijo que si estaba tan ocupada, era preferible que este año no siguiese con la música, puesto que el año que viene no iba a estar aquí y no valía la pena que me volviese loca por algo que iba a dejar a final del curso.

Me dio un poco de pena, llevaba toda la vida en la banda, pero la directora tenía razón y me dejaba ir de vez en cuando, aunque solo fuese a los ensayos. Los gemelos, que también estaban en música cuando eran pequeños, habían dejado de ir hacía tres años y de la gente joven casi no quedaban chicos de mi edad.

Lo bueno de todo esto era que a veces echaba cuatro horas los jueves en el restaurante, antes de ir a entrenar, y así no trabajaba en todo el fin de semana o iba a entrenar con los chicos al fútbol.

Hemos adquirido la costumbre de almorzar los viernes en mi piso Eric, Christian, Marco y yo. Matt vino una vez hace dos semanas, porque tenía una reunión cerca, aunque solo nos hemos visto tres veces después del almuerzo de Navidad.

¡La vida es muy dura!

La primera vez fue en casa el día de fin de año junto con Júnior, su padre, algunos amigos de mis padres, de mi hermano, los padres de Marco y los chicos. Como el treinta y uno cayó un domingo, Matt organizó un partido en el estadio de la ciudad después de almorzar y fueron todos menos la tonta de Ellie, que se tuvo que quedar porque me tocó ayudar en la cocina. Aún no he averiguado a quién tuvo que amenazar para que le dejaran jugar en el estadio, pero he ido aprendiendo a que Matt siempre tiene algún plan para conseguir lo que quiere y yo soy un claro ejemplo.

Mi hermano volvió del partido eufórico y adorando todavía más a Matt, tanto que, a pesar de que ya Matt podía dormir en su finca, se quedó en casa a dormir después de partir el año, al igual que Marco, por supuesto. Así que Matt pasó también el primer día del año con nosotros, pero mi hermano lo acaparó por completo.

Eric y Christian también estuvieron invitados a ese partido de fútbol y desde ese día Matt y Júnior se llevan mucho mejor, incluso han quedado alguna vez para estudiar juntos, ya que viven muy cerca. 

Sí, el mundo es un pañuelo. 

Creo que más que porque Eric le caiga bien, Matt lo hace para sacarle información sobre mí, el muy maldito.

El dos de enero, Matt se fue de viaje por trabajo y no regresó hasta el ocho y, como era lunes, se fue directamente a la universidad. Acordamos no regalarnos nada, ya que realmente no habíamos hablado de cómo definir nuestra relación, por lo que tuve un quebradero menos de cabeza. Odiaba comprar regalos, solo sabía comprarle buenos regalos a mi hermano.