Capítulo 21

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Anaya Cooper:

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Anaya Cooper:

No podía creer que se lo había declarado, pero en algún momento se iba a enterar. Mi reacción por la herida quizá no fue la correcta, pero lo que para unos es una simple herida, para mí puede significar una amputación.

—Te entenderé si decides irte —dije, antes de que pudiera organizar sus pensamientos, antes de que se lamentara por no alejarse cuando tuvo la oportunidad...

No quería engañarme y no quería que se quedara conmigo por lástima, así que lo mejor era que todo se terminara en ese lugar, en ese edificio en deterioro.

Qué irónico es que una relación se destruya en un edificio que se está destruyendo.

Supongo que habíamos cedido de manera tácita a estar en una relación.

Jensy frunció el ceño.

—Nunca te dejaré.

—Tal vez ahora pienses así —tragué saliva—, pero todavía no sabes lo que sientes por mí.

Negó con la cabeza.

—Sí, lo sé y te lo dije. Puedo ser un Saco de pulgas, un insoportable, un animal y todos los apodos que puedan llegar a tu mente, pero nunca le mentiría a alguien respecto a mis sentimientos. Nunca te mentiría respecto a lo que siento por ti —me aseguró.

—Jensy, yo...

—Te dije que eres mi amor eterno, y no importa lo que digas o lo que hagas, lo seguirás siendo. Así que, mi querida Anaya, necesitarás otra excusa para deshacerte de mí.

—No es una excusa —protesté.

—No lo es, pero la quieres utilizar como tal —sonrió—. La diabetes no me impide amarte.

—Cuando se enteran... —noté un nudo en mi garganta—. Cuando se enteran, se alejan de mí.

Jensy suspiró y acarició mi mejilla.

—Que ellos se vayan no significa que yo lo haré. La diabetes no es una enfermedad que te imposibilite vivir, tal vez te limite a hacer muchas cosas, pero no te puedes estancar.

—No es fácil para mí. Tengo... tengo miedo. Tengo miedo de hacerme una herida y que tengan que amputarme el brazo o la pierna —admití.

—Lo sé —puso su mano sobre la mía—, y estoy dispuesto a evitar que eso suceda. Pero deja de intentar alejarme, no quiero que sigas haciéndolo.

—Pero ¿y si...

—Por el amor de... ¿Todavía no entiendes que te amo? —resopló—. ¿Todavía no entiendes que quiero que seas mi novia?

Sus palabras me tomaron por sorpresa, pero no tenía sentido que me sorprendieran. Actuábamos como novios y habíamos dicho que lo éramos. Tal vez me sorprendía porque estaba esperando que se alejara de mí por mi enfermedad.

Creo que te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora