Capítulo 25

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Anaya Cooper:

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Anaya Cooper:

Llegamos a una casa de una sola planta. Sus paredes estaban pintadas de blanco y el techo de azul oscuro. Nos dirigimos hacia el patio trasero de la casa, y me sorprendió lo elegantes que estaban todos. El tono de una música clásica hacía el evento más formal. No me parecía una fiesta de cumpleaños, sino una empresarial.

Una señora de cabello gris, vestida con un traje negro, se acercó a nosotros.

—Tres de mis nietos favoritos —exclamó—. Esto es increíble.

—Abuela —la abrazaron.

—Hijas —saludó.

—Madre —saludaron las hermanas. Y se abrazaron.

—Tan maravillosa como siempre, suegra.

—Tan elegante y estupendo como siempre, Jason.

El padre de Jensy besó la mano de su suegra, y ella le sonrió, encantada.

Es extraño ver suegras que se lleven bien con sus yernos. Fue más extraño ver que Jason se llevaba bien con alguien.

Lo más vergonzoso de todo fue que no sabía el nombre de la abuela de Jensy.

—¿Quién es esta joven tan hermosa?

—Oh, disculpa, abuela. Ella es Anaya, mi novia. Anaya, ella es mi abuela Tania.

—Mucho gusto, señora Tania.

—El gusto es mío. Abrázame —la abracé—. Una magnifica elección, Jensy —sonreí—. Si me disculpan, tengo invitados que atender.

Fue increíble ver a una mujer de cien años con tanta fuerza y elegancia. Ni siquiera lucía de esa edad. Me la imaginé sin fuerzas y pálida, pero Tania era todo lo contrario a lo que pensé. Sus ojos marrones eran hermosos, y su pelo gris, sedoso.

En menos de dos minutos, nos dispersamos. Jenny se fue con Jake. Camila, Jason y Karina se fueron detrás de la señora Tania. Y Jensy y yo estábamos sentados en un banco-columpio, alejados de los demás.

—¿Qué piensas de mi abuela?

—Estoy segura de que a esa mujer le falsificaron la fecha de nacimiento. Es imposible que tenga cien.

—Se llama ejercicio y buena alimentación —se rio.

—No quieras engañarme con tus trucos de medicina. Sé que mi padre te ha convencido, y ahora ambos están en mi contra.

—Cómo no —sonrió—. ¿Me vas a contar la razón por la que estás tan distante?

Estaba intentando sonar casual, pero era imposible actuar como si nada estuviera pasando cuando estaba sucediendo exactamente lo que no quería que sucediera.

—Es solo que no estaba preparada para venir —mentí.

—Pero ya estás aquí, así que disfrútalo. Me gusta verte sonreír. No me impidas ver tu hermosa sonrisa.

Creo que te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora