Capítulo 3

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Los nervios y el pánico empezaron a inundar todo mi ser

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Los nervios y el pánico empezaron a inundar todo mi ser. Verlo años antes era una cosa, pero nunca pensé que nos volveríamos a encontrar.

Los pensamientos de su físico golpearon mis pensamientos, no pude ver a la perfección su cuerpo, pero su rostro se veía más varonil. Tenía los pómulos marcados, y las pecas eran su mayor adorno, sus ojos verdes y el rojo de su cabello siempre me habían encantado.

¿En qué estoy pensando?

No es momento de pensar en Mark.

Sentía el aire escasear en mi cuerpo, sentía que en cualquier momento me iba a derrumbar. Me senté en la cama y saqué el celular de mi bolsillo. Llamé a Trina, porque sabía que todavía estaba con Samuel, y si no era así, tendríamos que invitarlo a la llamada.

—Hasta que por fin te acuerdas de nosotros —detuvo sus palabras, ya que no había dicho nada habitual—. ¿Anaya? ¿Qué pasa?

Las palabras no querían salir de mi garganta. ¿Cómo les explicaba que Mark estaba ahí?

Empecé a llorar.

—¿Anaya, estás bien? —preguntó Samuel.

—Está aquí —susurré.

—¿Quién? —preguntaron.

—M-Mark.

Hubo un pequeño momento de silencio.

—¿Estás segura?

Tragué saliva.

—Sí.

—Debes estar bromeando —vociferó Trina.

—Es obvio que tendremos que ir —zanjó Samuel—. O vienes, o te vamos a buscar.

—No puedo... no puedo irme —admití.

Odiaba tener ese sentimiento, odiaba estar tan afectada, pero era bueno saber que ante mis amigos no tenía que ocultar cómo me sentía, porque ellos conocían toda la historia, ellos sabían todo lo que me había sucedido, todo lo que sentí... Ellos me entendían y siempre me habían apoyado por completo.

—¿Por qué? —preguntó Samuel.

—Vine para ayudar a Claire y Angus. N-no puedo irme y dejarlos solos. Angus tiene que trabajar, y Claire no puede hacer tantas cosas sola. Y aunque Mark luce más guapo, eso no me puede intimidar.

Odié la forma en la que mi voz temblaba y odié haber dicho que Mark estaba más guapo.

—Tienes razón —admitió Trina.

—Entonces iremos nosotros.

La idea me parecía atractiva, pero no podía aceptar que cambiaran todo solo por estar conmigo.

—Me encantaría, pero ustedes tienen sus vidas allá, no vale... no vale la pena que les arruine su relación.

—Ana, sabes que nosotros siempre estaremos para ti. Es cierto que estamos, no, que estoy en una relación, pero si necesitas de nuestro apoyo, buscaremos la forma de siempre estar ahí para ti. Siempre —expresó Samuel.

Creo que te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora