Capítulo 1

11.9K 1K 520
                                    

Anaya Cooper:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Anaya Cooper:

Estaba lista para salir a resolver lo de ser una pasante en un bufete de abogados. Me puse una camisa blanca y una falda negra, parecía una secretaria-mesera, pero me veía profesional. No estaba segura de muchas cosas en mi vida, pero sabía que los del bufete me iban a aceptar.

—Miren a mi abogada favorita —expresó mi padre, dedicándome una gran sonrisa.

—Todavía no he empezado la carrera, y dices que soy abogada.

No la había empezado, pero mi padre se puso en contacto con el dueño de uno de los bufetes del centro de la ciudad para que me mostrara cómo funcionaban las cosas y qué tanto había aprendido leyendo, viendo series y películas.

A pesar de que estaba a punto de entrar a la universidad para estudiar derecho, sentía que debía ver de cerca el oficio, también quería asegurarme de que no fuera un error abandonar la otra carrera que tanto amaba.

—Te ves hermosa, cariño.

—¿Qué parezco? ¿Una mesera de un bar o una secretaria? —hice una mueca de incomodidad.

Mi padre soltó una risa burlona.

—Una loca.

—¿Eh?

—¿Estás lista? —arqueó una ceja.

—Sí, ya me voy —fruncí el ceño—. ¿Por qué dices que parezco una loca?

—Es que te ves hermosa sin los zapatos. Te aseguro que te dejarán entrar solo con verte descalza —se burló—. Ve a buscar zapatos, Anaya.

—No puede ser —gruñí.

Corrí hacia mi habitación y seleccioné unos zapatos altos —no tanto—, y bajé las escaleras con rapidez.

Tenía mucho tiempo antes de la reunión, ya que no quería arriesgarme a llegar tarde. Además, quería llegar temprano para demostrarles mi grado de puntualidad y dedicación. También quería ir despacio en el camino para prepararme en mis adentros y no ponerme nerviosa durante la entrevista. No solía ponerme nerviosa con facilidad, pero la idea de estar ante tantos profesionales era un poco intimidante.

Tenía varias dudas sobre ser abogada, pero esa era una de las metas que había trazado esos últimos años.

—Ahora sí —di una vuelta—. ¿Todavía parezco una loca?

Mi padre me dedicó una pequeña sonrisa.

—Es la primera vez que te veo con un moño tan... tan bien peinado.

Solía hacerme moños despeinados, a veces decidía no peinarme. Pero ese día era especial, quería lucir impecable.

—¿Esa es una forma de decirme loca con disimulo?

Creo que te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora