Jensy y yo estuvimos trabajando en sus recuerdos. Le presenté todas las cosas que solían gustarle, pero nada nos estaba dando resultados. Estaba feliz, no porque no recordara nada, sino porque había decidido esforzarse más.
Sí, mis sabias palabras tuvieron efecto en él.
Había pasado una semana desde que le pedí que escogiera un nombre, y sí, lo hizo. Cada minuto que pasamos juntos me hacía recordar lo bien que la pasábamos antes, lo mucho que me hizo sonreír, lo mucho que me encantaba estar cerca de él.
Nuestras conversaciones estaban siendo más fluidas, todavía no eran las mejores, pero estábamos mejorando poco a poco. Podría decir que no miré sus labios, anhelando robarle un beso, sin embargo, sería la más vil mentira que podría expresar.
Quería besarlo, pero no estaba dispuesta a retroceder todo lo que habíamos avanzado.
—¿Qué piensas de los edificios en deterioro? —pregunté.
—¿Que son horribles? —propuso.
Hice una mueca de desagrado.
—Primero debes verlos por dentro. No puedes juzgar sin antes tener todas las informaciones.
—Si me presentan algo malo, ¿qué ganas voy a tener de querer ver el resto? Se supone que, si por fuera está mal, por dentro está peor.
Entendí su punto. Eso fue lo mismo que pensé cuando vi el edificio (nuestro lugar), pero me sorprendió ver que una de las habitaciones estaba en perfectas condiciones. Todo decorado por él.
—No siempre es así. A veces el exterior no representa el interior —expresé.
—Cómo no.
Soltó una gran cantidad de aire.
—¿Tú...
—¿Sabes algo, Anaya? —me interrumpió.
Quería que volviera a decirme Beba, es patético, pero extrañaba ese apodo.
—¿Qué? —pregunté en voz baja.
—Esto no sirve.
—¿A qué te refieres?
—Perdí la memoria —soltó una risa amarga—, y eso es malo.
—Sí. Pero ¿cuál es el punto?
Se pasó la mano por el pelo.
—Que haber perdido la memoria es malo, pero lo peor es querer conocer y entender por qué muchas cosas han sucedido.
—¿Y tú...
—Quiero entender qué pasó, qué hice para merecerlo. Quiero, pero no puedo. No entiendo nada. Me he quedado despierto casi todas las noches, Anaya, buscando respuestas que no he podido encontrar.
—Todo es cuestión de...
—De tiempo —concluyó—. Lo sé. Pero dicen que cuando se quiere, se puede, pero eso es mentira. A veces puedes y no quieres, pero a veces quieres y no puedes. ¿Sabes qué creo?
ESTÁS LEYENDO
Creo que te necesito
Novela Juvenil✨Bilogía mi necesidad.✨ Ambos libros están en este mismo espacio. 1- Creo que te necesito. Y 2- Te necesito. Dos caminos distintos se conectan para unir personas con algunos puntos de vistas diferentes. A pesar de que ambos tienen muchos planes, enc...