Capítulo 26

3.4K 533 197
                                    

Anaya Cooper:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Anaya Cooper:

Durante toda la noche, no pude dormir. Estuve pensando en si era una buena idea hablar con Jake, dudaba que así fuera, pero estaba segura de que quería respuestas, y solo el hermano de Jensy me las daría.

Quería confirmar la realidad del asunto, quería saber si de verdad Jensy se iría y quería conocer los motivos por los que no me contó nada. En realidad, solo quería comprobar lo que ya había escuchado.

En la mañana, estuve desenfocada y nerviosa, y después de darle tantas vueltas al asunto, tomé la decisión de llamarlo.

—Pensé que no llamarías —expresó.

—¿Nos podemos ver? ¿Ahora?

—Claro. Nos vemos pronto.

Jake me dio una dirección y la anoté para reunirme con él. Después, colgué la llamada. Cabe destacar que ya estaba de noche. No quería que nadie me viera con Jake.

Jensy me pidió que saliéramos, pero le dije que estaba cansada y omití la parte en la que saldría con su hermano en vez de salir con él. No había hablado con mi padre y tampoco con mis amigos acerca de todo lo que estaba sucediendo. No podía hablarles del tema si ni siquiera yo estaba segura de todos los acontecimientos.

Todo parecía irreal, y solo me mantenía a flote la certeza de que Jake me diría que todo era una broma, que escuché mal, que malinterpreté las cosas, que Jensy solo iría a algún lugar y regresaría unos días después.

—¿Adónde vas? —preguntó mi hermana.

—Saldré a dar una vuelta.

—¿Te acompaño?

—No, prefiero estar sola un rato, pero hablaremos luego.

Frunció el ceño, como si le dolieran mis palabras.

—Como quieras —dijo en voz baja.

Entré al garaje y me subí en mi coche.

Semanas antes, Jensy había estado conmigo en ese mismo lugar, nos escapamos, reímos, fuimos felices.

Emprendí mi viaje, ignorando mis pensamientos y el dolor inminente. No quería hundirme, pero algo me decía que estaba a punto de hacerlo.

Después de treinta minutos, llegué al parque al que Jake me citó y no tardé en reconocer el rostro del hermano de Jensy. Era un parque alejado de los demás. Un parque con pocas luces y mucha privacidad.

—¿Y? —pregunté cuando me acerqué a él.

—¿Qué?

—No vinimos a ver luces, Jake. Solo explícame lo que está sucediendo y me podré marchar.

No confiaba mucho en Jake, pero él fue el único que dio señal de querer contarme todo.

—Solo dime qué escuchaste, para empezar desde ahí.

Creo que te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora