Anaya Cooper:
No estaba nerviosa, solo quería alejarme de ese lugar lo más rápido posible. Pensé que esas personas serían la típica familia de acosadores, locos, secuestradores, criminales..., ya saben, lo típico. Quizás esa era la razón por la que me quería ir.
Consideré que esa era la suposición perfecta para salir corriendo.
Hice un ademán de marcharme, pero el Saco de pulgas sostuvo mi muñeca, y se sentía extraño su toque. Miré su agarre por varios segundos y luego subí la mirada hacia su cara. Él estaba mirando el agarre de su mano y luego me miró a los ojos. No apartamos la mirada, hasta que recordé que odiaba la cercanía de las personas.
Rompí esa conexión de una forma brusca, y él solo se limitó a mirarme, confundido.
—¿Qué pasa? ¿No quieres entrar? —me preguntó con un tono suave.
—Creo que debería irme.
—No es que mi familia esté loca, si eso es lo que crees. Además, solo serán unos minutos. No tienes que preocuparte.
Asentí con la cabeza, y él terminó de abrir la puerta. Me dejó pasar y me guio hacia el interior de la casa. Tragué saliva, con un poco de miedo, pero, de todas formas, lo seguí.
En ningún momento hizo el intento de volver a tocarme o de acercarse demasiado a mí, y se lo agradecí en mis pensamientos.
Pensé que me guiaría escaleras arriba, como en las películas que siempre deciden guiar a las chicas hacia los baños que están en sus habitaciones, pero me sorprendió mucho que me llevara a un dormitorio de la planta baja. Supuse que era de invitados, porque no vi ropa por ningún lado.
Entré al baño, con un poco de desconfianza, pero mi vejiga anhelaba un cambio de aceite rápido.
Espero que sepan a lo que me refiero. Je, je.
Cabe destacar que la casa estaba en silencio, y eso logró hacer que la tensión que sentía disminuyera un poco. Sí, solo un poco, porque hasta que no saliera de esa casa, la calma no se apoderaría de mi ser por completo.
Después de husmear un poco, me volví a lavar las manos. Sabía que estaba mal tocar las cosas ajenas, pero nunca se sabe si las personas tienen cuchillos o pistolas en un escondite secreto. Esa sonrisa de ese chico no me iba a engañar, supuse que algo ocultaba.
O quizás yo era una histérica. Fuera como fuera, revisé el baño, y no había nada fuera de lo normal.
Salí y lo vi sentado en la cama, mirando sus manos. Desde que escuchó mis pasos, alzó la mirada y esbozó esa odiosa sonrisa. Rodé los ojos, y él se puso de pie.
—¿Y bien?
—Vámonos —dije.
—¿Qué?
—Que me quiero ir.
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Creo que te necesito
Fiksi Remaja✨Bilogía mi necesidad.✨ Ambos libros están en este mismo espacio. 1- Creo que te necesito. Y 2- Te necesito. Dos caminos distintos se conectan para unir personas con algunos puntos de vistas diferentes. A pesar de que ambos tienen muchos planes, enc...