Capítulo 8

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Se podría decir que este capítulo es como un extra, pero es un tanto importante. En fin, pueden saltar al siguiente. 😄✨

Por cierto, estuve pensando un poco en Alfie jaja. Así que no sé si les gustaría saber qué fue lo que pasó y por qué pasó. Su final sigue siendo el mismo. Ya murió, lamentablemente. Y no es que vaya a escribir de él ahora, pero si les gustaría conocer la historia, puede que en un futuro escriba sobre él.

 Y no es que vaya a escribir de él ahora, pero si les gustaría conocer la historia, puede que en un futuro escriba sobre él

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No sé si fue parte de mi imaginación, pero creí haber visto a Jensy sonreír. O tal vez solo no había dejado de pensar en ese acercamiento que tuvimos.

Estaba feliz de que la doctora Mason no estuviera con nosotros. Supuse que nuestros avances se debían a la ausencia de Melany. Ella y Jensy ya tenían una amistad creada, yo solo era la nueva "doctora".

Pero quería tener mas informaciones, necesitaba saber más acerca de lo que le había sucedido a Jensy, además, me resultaba difícil alejarme de él después de tantos meses esperando que nos volviéramos a encontrar.

Estaba esperando que escogiera un nombre, no podía solo decirle Saco de pulgas, aunque eso trajo consigo la sensación de paz que no desconocía. Solo esperaba que el nombre que escogiera fuera agradable.

—¿Verdad, Anaya?

Parpadeé varias veces.

—¿Qué? —la miré. Trina estaba sentada junto a Samuel, quien tenía a la pequeña Alice cargada.

—Se parece a mí, ¿verdad?

—¿Quién?

—La niña, Anaya, la niña. ¿Dónde estabas, estúpida?

—Katrina, no digas eso. La niña está escuchando —gruñó Samuel.

—Estúpido tú, y estúpidos todos tus parientes. ¿Quieres más? ¿eh? ¿eh? —empezó a hacer movimientos exagerados con las manos.

Samuel cerró los ojos, implorando paciencia, y los volvió a abrir.

—Tranquila, Alice. Pronto nos desharemos de ella.

—Sapi... —soltó una gran cantidad de aire por la nariz—. La niña se parece a mí, ¿verdad, Anaya?

—No —respondí.

Samuel empezó a reírse.

—Asquerosa. No te soporto —gruñó.

Sonreí. Me encantaba verla enojada.

—Total —se encogió de hombros—. No quiero parecerme a una mocosa. Solo mírenla, babea hasta por los ojos.

—Llora, Trina. No babea por los ojos, solo llora.

—Es repugnante —dijo, haciendo una mueca de asco.

—Cárgala —Samuel extendió la niña hacia Trina.

Creo que te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora