Capítulo 7

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Después de ese día, las cosas empeoraron

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Después de ese día, las cosas empeoraron. Día tras día, me acercaba a él. Día tras día, buscaba la forma de que las cosas mejoraran, mas no tuve ningún resultado. Todos mis esfuerzos provocaron una mayor lejanía. Todo se arruinó.

Fue difícil para mí verlo tan distante, sin embargo, no quería dejarlo. Me impulsaba el reconocimiento de que yo era lo único que tenía, que necesitaba ayudarlo y que estaba dispuesta a aceptar su mal humor. Él había soportado el mío.

Necesitaba saber qué había pasado dieciocho meses antes. Las únicas personas que me podrían dar esas respuestas eran los Russell, pero ninguno de ellos me hablaba, yo me había alejado. Aunque no descarté la idea de que me merecía tener esa información, merecía saber que le había pasado algo a Jensy.

Karina muchas veces quiso decirme cosas de Jensy, pero la evadí, hasta que se cansó. Me arrepentí de no haberle permitido expresarse. Lo peor de todo fue que le prometí a Angus que no diría nada de esa situación, así que no podía hablar con nadie. Por así decirlo, era un delito en el que estaba envuelta.

Esa era una señal de que debía alejarme de Jensy, pero no podía hacerlo. Y ahí estaba, una vez más, en el hospital.

—Bien. Lamento llegar tarde —se detuvo—. ¿Acaso esto es una broma? Anaya, te encargarás de él, pero no es para que no hagas nada —gruñó Melany, obteniendo mi atención.

Estaba sentada en una esquina, lejos de Jensy, observando cómo no se apartaba de la enorme ventana. Ni siquiera sabía por qué asistía a la "terapia" si no quería estar cerca de mí.

—¿Me ves cara de no estar haciendo nada? —gruñí.

Estuvo mal hablarle de esa manera, pero a mí nadie me hablaba como si no fuera capaz de defenderme. Si Melany quería respeto, debía respetarme. Además, todavía seguía enojada. Jensy no me hablaba, se la pasaba mirando esa estúpida ventana, me gruñía, me ignoraba... Odié que me tratara así.

Y no había olvidado que Jensy sostuvo su cintura, así que lo mejor era que no me hiciera enfadar más de lo que ya estaba. Quizá me echarían, pero tenía planes de hacer hasta lo imposible para que me volvieran a aceptar.

Si no iba a prisión.

—¿Qué se supone que estás haciendo? —preguntó.

Bufé.

—Estudios visuales de la actividad física del paciente.

Escuché una risa, supuse que se trataba de Jensy, o solo estaba loca por ser el centro de su atención.

—Está sentado —dijo, hastiada.

—Su respiración no.

—¿Sabes qué? —negó con la cabeza—. No voy a perder mi tiempo —se giró y caminó hacia Jensy—. Hola, cariño. Es hora de hacerte estudios.

¿Acaso le dijo cariño?

—¿Qué clase de estudios? —preguntó Jensy.

—Los que hacemos cada semana. Ponte de pie.

Creo que te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora