Capítulo 13

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Después de historias vergonzosas, risas a costa mía, una merienda, llantos de Alice y conversaciones sin sentido, Jensy se fue

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Después de historias vergonzosas, risas a costa mía, una merienda, llantos de Alice y conversaciones sin sentido, Jensy se fue. Me ofrecí a llevarlo, pero dijo que prefería caminar. La lluvia ya había cesado.

Mi hermano y mi cuñada se fueron a dormir. Estuvimos esperando a los chicos juntos, pero el reloj había marcado la dos de la madrugada. Ya no tenía sueño, la preocupación me lo había arrancado por completo. Solo esperaba que estuvieran bien.

Sostuve el celular y decidí llamar a emergencias para reportarlos como desaparecidos, sin embargo, unas risas, gritos y el sonido de motos hizo que colgara la llamada. Mi corazón se llenó de calma, aunque esos gritos solo significaban que estaban ebrios.

Me puse de pie y caminé hacia la puerta. Cuando salí de la casa, el frío de la noche acarició mi cuerpo. Todavía olía a humedad, solo que el cielo ya estaba más despejado.

Pero no me sorprendió sentir el ambiente tan frío, lo que me sorprendió fue encontrar a Samuel abrazando a Nader. Gracias a que todas las luces estaban encendidas, todo se podía observar con claridad.

—...me abandonó, Nader. ¿Puedes creerlo? —le preguntó Samuel.

Mi amigo se alejó de Nader para verle la cara, y pude notar la incomodidad en la cara del amigo de Dani.

—Me recuerdas a mi esposa —comentó Nader.

—Pues bésame, hace mucho que no beso a nadie. Nadie me besa. Nadie me quiere. Soy el pato feo. Doy asco. ¿Doy asco?

—Bueno, Samuel... Yo...

Caminé hacia Samuel y sostuve su brazo.

—Hora de irnos a dormir, Samuel.

—Anaya. Qué alegría verte —vociferó Nader, alegre y aliviado.

—Tú te lo pierdes, Nader —gruñó mi amigo.

Samuel dejó de mirar a Nader y me miró a mí.

—¡Ana! Una de mis chicas favoritas.

—Hola, chicos. ¿Qué tanto tomaron?

—Desearías no saber eso —murmuró Nader.

—¡Eh! ¡Eh! No hablen como si no estuviera aquí. Anaya es mi amiga, no la tuya. Ve a buscarte una amiga —dejó de mirar a Nader y volvió a centrarse en mí—. ¿Doy asco?

Miré a Trina, buscando ayuda, pero estaba ocupada besando a Dani.

—Creo que tendré que cargarlo —comentó Nader.

—A mí nadie me carga —Samuel volvió a girarse hacia Nader, enojado—. Si quieres, te cargo, pero no me vas a cargar. Ni que fuera nuestra luna de miel. Primero pídeme matrimonio, indecente

El amigo de Dani alejó su rostro de Samuel y miró a su amigo, tal vez buscando apoyo.

—Dani, deja la boca de tu novia, tenemos que llevarnos a Samuel.

Creo que te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora