Un lunes a las once de la mañana el peligro era mínimo. Harry, con el tiempo, se haría un horario más detallado y puntual sobre momentos del día y días de la semana en los que el café era medianamente seguro. Si bien era cierto que un fan podría aparecer en cualquier momento, el estar cerca de la cocina, donde podría escaparse por la zona de atrás, y tener un periódico siempre en la mesa dispuesto para poder esconderse tras él en una emergencia, eran fieles excusas adecuadas como para permitirse pisar el lugar.
Así que, aquella mañana, Harry bajó al café preparado con un gorro, gafas de sol grandes y una sudadera dos veces más grande que su talla, listo para enfrentarse a lo que tuviera que venir.
Resultó no haber sido la idea más brillante porque, nada más entrar, unas voces fuertes llenaron el café, procedentes de la esquina contraria a la entrada, en la que cuatro chicas le miraban con los ojos como platos.
Era de mala educación darse la vuelta y correr hacia su apartamento, tampoco sabía si lo lograría viendo como una de ellas ya se había levantado y caminaba hacia él. Además, las personas que le paraban en la calle la mayor parte de las veces eran agradables. Todavía le costaba un poco sonreír y aceptar que todo había cambiado, pero también le parecía agradable darse cuenta físicamente de que su trabajo merecía la pena y que a la gente le gustaba lo que hacía.
Niall le miró apoyado en la barra del bar con una sonrisa cómplice mientras las chicas se acercaron a él, se hizo fotos con ellas y compartió una breve conversación que fue suficiente. Les pidió no subir nada a las redes sociales en las siguientes horas, y por lo majas que parecieron confió en tener un tiempo tranquilo en el café aquel día. No se marcharon, se quedaron en el mismo rincón charlando entre ellas y notó sus miradas puestas en su persona durante un buen rato hasta que su mente pudo desconectar y se centró en charlar con los vecinos, visitar a la señora Freeman, para hacer poco más que robarle panecillos, y hablar con su amigo.
Un rato después, agradecido por la simpatía del día, se centró en su teléfono, en la máquina de música del lugar y en relajarse después de mucho tiempo sin poder hacerlo en uno de sus lugares favoritos del mundo.
Pasadas las doce de la mañana, los comentarios del grupo de chicas comenzaron a subir de volumen y Harry les envió un par de miradas curiosas que fueron devueltas con descaro.
-Ey, Hazz, creo que es mejor que subas al apartamento, en un rato esto va a estar insoportable.
Harry desplegó su mirada de las jóvenes y la dirigió a Niall, que le acercó su propio teléfono móvil, en el que brillaba una página web de noticias abierta, a través de la barra.
"Harry Styles de vuelta en Londres". Decía el titular de la noticia que su amigo le mostraba.
Había tenido una muy buena idea al llegar a la ciudad. Solo tuvo que subir una foto a sus redes sociales en la que salía con su madre y su hermana en su casa para que el mundo creyera que había conducido al norte y no se encontraba en la capital. Parecía algo simple y poco realista, pero había resultado contundente. La afluencia en el café bajó de nuevo reduciéndose a los clientes habituales, y la prensa dejó de estar pegada al apartamento a horas intempestivas. Pero desde luego aquellas fotos no ayudaban. No ayudaban a nada.
Fotos de Nick y él paseando por Hyde Park era lo último que Harry había esperado que sucediera aquella mañana. Quizá era cierto lo que su agente le comentaba y pedía continuamente, que tuviera más cuidado con los lugares que frecuentaba y las compañías que tenía. Bien, Hyde Park era un lugar de Londres y Nick Grimshaw era alguien público. Dos conceptos complicados.
-Joder...
-¿En qué estabas pensando? ¿No tiene él un novio?
-¿Qué?- preguntó Harry.
ESTÁS LEYENDO
El Café 17 - Louis y Harry
Fanfiction"Debemos darle a los personajes ficticios esos finales felices que no se encuentran en la vida real". Harry ama leer. Louis solo adora escribir. Liam es dramaturgo. Zayn pinta, lo hace bien. Niall sirve café y vive, quizá sea el único que vive...