Harry había estado sentado detrás del mostrador de la librería desde que Amalia había llegado a las nueve esa mañana y le había abierto lo puerta. Llevaba un pastel de zanahoria entre las manos y a la mujer le había parecido tierno, no sabía si Louis iba a aparecer como llevaba haciendo casi dos semanas, pero desde luego sabía que Harry se merecía que lo hiciera, aunque ella no pudiera hacer nada por acercar ello al muchacho.
No lo había hecho en las tres horas que le había esperado y llegadas las doce de la mañana, cuando normalmente Amalia le dejaba al cuidado de la librería y tomaba el almuerzo en el café, Harry había perdido casi toda la esperanza de que el escritor apareciera. Era lógico pensar que si él solía llegar no más tarde de las diez de la mañana, como la librera le había dicho, no iba a aparecer por ahí ya. Y Harry lo sentía por él mismo, porque disculparse por su pequeña escena y simplemente hablar con él era lo que quería, pero también lo sentía por Louis, porque al parecer había encontrado en el altillo lo mismo que él, y arrebatárselo parecía rozar lo enfermizo.
Había acabado por abrir el pastel y arrebatarle un buen pedazo llegadas las once. Y cuando las agujas raspaban las doce y media en el reloj se decidió a coger otro trozo para saciar los nervios que se habían convertido en hambre. Al no haber pensado en llevar cubiertos, aunque fueran de plástico, estaba comiendo con las manos cuando la puerta se abrió haciendo sonar la campanilla y el castaño levantó la cabeza mientras de sus manos escapaba un montón de pastel hacia el mostrador.
Louis le observó perder el control de sus actos como si supiera que ocurriría algo así, como si lo hubiera estado esperando. Había dudado durante toda la mañana si aparecer por la librería o no hacerlo, sabiendo a lo que se arriesgaba si finalmente se decidía por dejar su apartamento y cruzar la calle hasta el pequeño local. Respirar pausadamente iba a ayudarle a enfrentarse a esto, y tenía que hacerlo pensando en cada inspiración y en cada espiración, porque realmente era la primera ver que lo hacía.
-He traído esto para ti esta mañana, pero...- dijo Harry, intentando limpiarse las manos en el pantalón y manchándolo al momento sin limpiarse realmente los dedos, que se pasó al instante nervioso por el pelo con el consiguiente resultado.
-¿Te has comido mi tarta?
Louis intentó no reírse, pero era terriblemente complicado. Harry, con el pelo lleno de migas naranjas, con las manos pegajosas y el pantalón manchado en los muslos. Terriblemente divertido, por eso Louis acabó sonriendo sin poder evitarlo.
-Lo siento- dijo, con una sonrisilla arrepentida.
Louis miró la tarta y se acercó al mostrador cogiendo un pedacito y metiéndoselo a la boca sin dudar. No podía decirle que no a una tarta de zanahoria, o lo que quedaba de ella.
-Mi favorita- dijo, sonriendo a Harry y relamiéndose el labio superior-. No tenías por qué hacerlo.
-Lo sé, no quería comérmela- comenzó, con el arrepentimiento todavía en sus ojos-, pero he llegado temprano, no he desayunado, has tardado en aparecer, estaba nervioso y...
Louis no pudo evitar carcajearse rodando los ojos y Harry se agazapó detrás del mostrador quedando casi a la altura del otro, al que sacaba sus buenos diez centímetros.
-Me refería a que no tenías por qué hacerme la tarta.
-¡Oh!- comprendió al instante, añadiendo algo de rojez a sus mejillas-. Bueno, realmente yo no la he hecho así que...
-¿Llevándote méritos ajenos?- dijo Louis, enarcando una ceja con diversión.
Harry gimió con vergüenza haciendo reír a Louis de nuevo.
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El Café 17 - Louis y Harry
Fanfic"Debemos darle a los personajes ficticios esos finales felices que no se encuentran en la vida real". Harry ama leer. Louis solo adora escribir. Liam es dramaturgo. Zayn pinta, lo hace bien. Niall sirve café y vive, quizá sea el único que vive...