Capítulo 13

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Fue casualidad que Amalia acabara de colgar el teléfono después de estar hablando con Harry durante algunos minutos, que el hecho de que Louis entrara en la librería un momento después aquella mañana.

Harry le había contado que estaba en una ciudad americana cuyo nombre ella había olvidado un momento después porque realmente no le interesaba demasiado, ella solo tenía ganas de escuchar decir al chico lo contento que estaba y lo bien que le iba, todo lo demás eran simples curiosidades que ella olvidaba con facilidad después de la alegría de saberle feliz. Estaba deseando verle después de muchos meses sin hacerlo, porque había sido en uno de los conciertos que dio en Londres la última vez que le había visto, y eso que él le había invitado a ir a Nueva York con su familia y los chicos, pero cruzar el charco era algo que Amalia no tenía previsto hacer, al menos en ese momento.

La mujer, tan paciente y ligera de prejuicios como siempre, observó a Louis pasar del umbral y colocarse en el centro del círculo del recibidor sin decir una sola palabra. No le veía mal. Había tenido la oportunidad de verle un par de veces en alguna revista y, jamás negaría lo contrario, también le había visto reflejado en su última novela, Conformismo, la cual había leído pocos días después de ser publicada.

-Louis Tomlinson en mi humilde librería- dijo la mujer, sonriendo ligeramente-, ¿A qué debo su presencia en mi hogar?

Louis sonrió también recordando internamente la primera vez que había estado en ese mismo lugar y las cosas que habían pasado tras ello. Se dio el gusto de observar el altillo un momento y de que sus ojos recorrieran el lugar antes de volver su mirada de nuevo a Amalia.

-Esperaba que, de alguna forma, pudiera volver a ser mi hogar también- se atrevió a decir, viendo en los ojos de ella un atisbo de bandera blanca-. Y te he traído esto- añadió, acercándose al mostrador y dejando un ejemplar de su libro sobre él.

Amalia lo abrió sin dejar de mirar a Louis y cuando alcanzó a entender que había algo escrito bajó la mirada hacia la firma.

-"A Amalia, que me dio un lugar para correr, soñar y ser".

Louis asintió mientras ella leía las palabras en voz alta.

-No es a mí a quien deberías darle algo así, Louis. Al fin y al cabo, no creo que ese altillo sea realmente mío.

-Tengo otro para él. No he venido a hablar de Harry, de todas formas.

-¿No? ¿Y de qué has venido a hablar pues?

Louis se dio unos segundos para articular en su mente lo que quería decir realmente, y acabó contestando con otra pregunta:

-¿Puede un idiota saber que es un idiota?

La mujer chasqueó la lengua como si gozara de algún modo de esa pregunta.

-Sí un idiota de tu tipo.

Louis sonrió, porque sabía que la mujer hablaba con tono bromista.

-He sido un idiota durante muchos años, Amalia, muchos, tantos que mi recuerdo de no serlo ha quedado un poco desdibujado después de todo. Pero incluso siendo un idiota, ha habido gente que me ha dado la oportunidad de cambiar o de... reconstruirme, algo que no he logrado hacer hasta que me he quedado solo- dijo, acercándose a uno de los taburetes de color naranja y sentándose sobre él-. Uno se da cuenta de muchas cosas cuando se queda solo, ¿sabes?- ella no hizo un movimiento, pero él tampoco esperaba que lo hiciera-. Solo... tenía que disculparme contigo si en algún momento no fui lo suficientemente agradecido después de todas las oportunidades que me diste para serlo. Y... quizá quiera creer que tendrás la suficiente amabilidad como para perdonarme.

El Café 17 - Louis y HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora