Capítulo 26

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El trayecto hasta el apartamento habría sido el momento adecuado para que Louis calmara sus nervios y respirara apaciguadoramente en busca de tranquilidad, sin embargo, la espalda tensa de Liam delante de él y el silencio que les acompañó hasta que se encontraron en el interior y cerró la puerta tras él, no sirvieron para ello, de hecho crearon, sí cabía, más intranquilidad.

Su ordenador seguía en la mesa, en la misma posición en la que lo había dejado frente a Liam, nada parecía fuera de lugar excepto la mirada que su amigo tenía sobre él, para la que no utilizaba palabras.

-¿Puedes decir algo?- preguntó, cuando pasó más de un minuto desde que habían llegado.

-Es que no sé qué decir...

Louis asintió ligeramente. Tenía claro que sí sabía qué decirle, lo que no sabía era el tiempo que tardaría hasta decirlo, ¿un segundo? ¿tres años? De todas formas Louis había aprendido con el tiempo a saber lo que Liam estaba pensando sin necesidad de que describiera sus pensamientos con palabras reales. Sabía que no había adorado su novela, sabía que incluso no podría ni haberla terminado, sabía que no tenía buenas palabras en esa ocasión. Y sin embargo, el pensamiento recurrente de que era lo mejor que había redactado hasta la fecha no se había marchado de la mente de Louis, ahí seguía, verdadero y potente.

-Es bueno- dijo, sin la necesidad de preguntarlo.

Liam negó, en realidad no negando la afirmación, simplemente no teniendo la capacidad de definir lo que acababa de leer como bueno, no podía, no era objetivo, aunque quizá fuera lo más objetivo.

Se había pasado más de tres horas prendado de la escritura de Louis, de los párrafos sentidos, de los diálogos profundos. Una historia diferente pero tan real... Una historia que él conocía, que ambos conocían.

-Debes borrarla y olvidarte de ella- comenzó, para ganar una negación de Louis-. No, no debes, tienes que hacerlo.

-No puedo.

-No quieres- rectificó-. No quieres y es tan injusto, Louis...

-Liam, es bueno.

-Es horrible. Si no le conocieras..., si te lo hubieras inventado,...

-¿Qué?- preguntó, sin darle ninguna importancia al lugar del que había nacido su novela.

-Lo sabes, no preguntes cosas que sabes.

Llevaba leyendo a Louis antes que cualquier otra persona muchos años. Desde lo más tonto que escribía, largas historias que no eran lo que alguien esperaría de él, hasta pequeños fragmentos delicados y profundos. Sabía perfectamente que lo que acababa de leer de Louis era maravilloso, no podría negarlo nunca, no tendría sentido. Pero también era injusto, era triste y no era adecuado. Y a Liam, la defensa de lo adecuado siempre le había causado inquietud.

Louis no se había tomado la molestia de cambiar el nombre, y el personaje principal, Harry, pese a pasar por todas esas cosas por las que la gente pasa, se convertía a lo largo de las páginas y los capítulos en alguien desgraciado, alguien por quien sentir lástima y con quien sentirse identificado si no habías tenido las oportunidades ni la capacidad interna de moverte por tus pasiones y no por tus necesidades. Y era terriblemente injusto.

Harry había estudiado Empresariales en Yale, algo que nunca le había motivado especialmente pero a lo que se había visto empujado por la insistencia de su padre, propietario de una pequeña empresa turística por la que su hijo no sentía el menor cariño. Harry, pese a ser un personaje poderoso, se mostraba a sí mismo en algunos aspectos débil y sin fuerza, como un muñeco roto que el mundo maneja a su antojo, sin la capacidad de desligar los hilos que le ataban y decidir por sí mismo. Acabó la universidad a su tiempo, sin honores pero dignamente y se trasladó a su Inglaterra natal para ayudar a su padre en la empresa al tiempo que una carta, que podría cambiar su rumbo para siempre, apareció en su puerta.

El Café 17 - Louis y HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora