Había pasado ya el mediodía. Amalia se había marchado media hora antes al café y Harry se había quedado en el mostrador; había atendido a un par de clientes y estaba buscando un par de libros en el ordenador para una chica que tenía mucho interés en ellos y los cuales Harry juraba haber visto en algún momento por la librería, cuando Louis pasó. Lo hizo sencillamente, como si no hubieran pasado tres días desde que no bajaba y le daba el aire puro, desde que no pasaba a la librería ni hablaba con Harry. Le hizo un gesto con la cabeza en forma de saludo que Harry no devolvió, absorto y sorprendido al verle tan campante. Louis subió las escaleras y se perdió en el piso de arriba.
Le había costado un sufrimiento intenso bajar a la librería esa mañana. Su interior le instaba a quedarse delante de su ordenador y seguir redactando y narrando, tenía la cabeza llena de buenas ideas que era imposible olvidar. Normalmente siempre llevaba un cuaderno pequeño con él o dejaba pensamientos abstractos en las notas de su teléfono. Pero las ideas que tenía con el libro que estaba escribiendo parecían clavadas en cada neurona de su cerebro, incluso en las que no se habían especializado en la memoria. Todo su cerebro era la novela, a excepción de un recodo, ese que le había impulsado a dejar el ordenador y dejarse ver, con todo su arrepentimiento por lo que estaba haciendo y por lo que iba a volver a hacer.
¿Se puede estar arrepentido de lo que aún no se ha hecho? Louis lo sentía así, como si le debiera un universo a Harry por el daño que sabía iba a ocasionarle. Era esa compunción la que había hecho que bajara y que no lo hiciera solo. Tenía que causarse un dolor similar al que él iba a causar, sentir pinchazos tan fuertes como los que Harry iba a sentir. Y aunque no estaba seguro de poder soportarlo, pues nunca lo había hecho, el solo hecho de pensar sobre ello ya le hacía arder el pecho, y no de placer.
Harry no tardó en localizar los libros, más sabiendo que por fin Louis se había dado el lujo de presentarse por allí. La chica le encargó contenta algunos otros y, pese a entretenerse algo más, Harry lo agradeció, porque una parte de sí mismo quería reprocharle a Louis haber desaparecido de pronto, no haber sabido nada de él en tres días, justo después de oírle cantar, Harry consiguió controlar esa parte los minutos que la chica le entretuvo. Louis no le debía nada, ni siquiera una explicación, todo lo que Harry parecía interpretar entre ellos estaba, y solamente estaba, en su cabeza, no había nada más allá.
Respiró prudentemente un par de veces cuando la chica se marchó.
Louis se asomó por la barandilla y le observó sin un gesto que denotara sentimiento alguno. Harry lo encontró el paso previo a la indiferencia, pero se encontró con el Louis más abierto que alguien había visto en mucho tiempo.
-Tengo algo para ti.
Harry se obligó a sonreír levemente y se encaminó escaleras arriba.
-Amalia está en el café, tengo que estar pendiente de si viene alguien.
-Claro- aceptó Louis, sin darle mayor importancia, porque se sentía arder en ese momento, en su cerebro solo estaba la idea de hacer visible un dolor que le rasgaba las entrañas.
Estuvo a punto de guardar el manuscrito e inventarse algo, pero no le quedó más remedio que gruñir para sí mismo y sobreponerse a la presión que le enclaustraba el pecho. Harry vio el conjunto de papeles sobre la mesa de café, justo en el lugar en el que Louis los había dejado. No se los podía dar en la mano, él tendría que cogerlos.
-No...
Harry se acercó y cogió el original entre sus manos.
-¿Es...?
Pasó un par de hojas y sus ojos se abrieron con sorpresa y emoción. El interior de Louis quiso llorar, Louis por dentro comenzó a hacerlo.
-¿Es el original?
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El Café 17 - Louis y Harry
Fanfic"Debemos darle a los personajes ficticios esos finales felices que no se encuentran en la vida real". Harry ama leer. Louis solo adora escribir. Liam es dramaturgo. Zayn pinta, lo hace bien. Niall sirve café y vive, quizá sea el único que vive...