-Recuérdame una última vez por qué hemos abandonado La Quinta Avenida por esto.
Liam levantó la cabeza de la última caja y se quedó fijamente mirando a Louis, de espaldas a él, que observaba la tranquila calle frente a la que acababan de mudarse y en la que llevaban viviendo los últimos dos días.
-Te podría dar múltiples razones, pero quizá la más importante y la que lo resume todo es que aquí estamos más cerca del suelo, necesitamos vivir un poco.
-¿No vivimos acaso?- dijo, volviéndose y mirando a Liam con ironía-. ¿Llevo veintiséis años en un coma profundo y acabas de ponerme frente a un espejo?
-Nueva York es demasiado alto para nosotros, no pertenecíamos allí, lo sabes tan bien como yo- le respondió, como siempre sin querer seguirle la corriente de idioteces-. De todas formas no fue mi idea regresar, La Gran Manzana no me ha tratado mal.
-Si llamas La Gran Manzana al Starbucks que teníamos en la esquina y a salir de él una vez al día una hora para pasear por el parque como si tuvieras setenta años...
-Pensé que defendías Los Estados, ¿acabamos de cambiar de bandos?
Louis rodó los ojos y suspiró volviéndose de nuevo a la ventana. Había dormido realmente mal los últimos dos días, casi fue pisar Londres y sentirse ajeno a todo ello. La ciudad que había conocido de niño distaba mucho de este lugar apagado y triste al que había regresado; quizá era él quien reflejaba su interior en el entorno.
-Es solo que... me había acostumbrado a nuestro apartamento, a mi habitación desde la que se veía la única vegetación de más de diez metros de largo en Nueva York, a mi armario empotrado, la cama... extraño mi maldita cama- dijo con un gruñido contenido-. Esto... no se parece a lo que recordaba.
-Se parecerá. Estaremos más cerca de nuestra adolescencia, mi madre nos inflará a comida cuando les visitemos, iremos al museo como en los viejos tiempos y a la biblioteca, ¡podemos pasar tardes enteras en la biblioteca! ¡Y coger libros! Llenaremos la casa de libros prestados y...- Liam se calmó un poco al darse cuenta de su excitación y se acercó a la espalda de Louis que acarició de arriba hacia abajo una única vez-. Todo va a ser mejor.
-Solo puedo recordar las cosas que no son como la última vez, recuerdo de lo que escapé, es como si siguiera en cada esquina recordándome que han pasado ocho años pero que... nada ha cambiado.
-¿Nada ha cambiado?- dijo Liam, ofreciéndole una sonrisa que a mitades parecía verdadera y fingida-. De aquí se marcharon dos adolescentes perdidos a una universidad más grande que todos los nombres que conocíamos. Dos personas que no son los que somos ahora, Louis. Aún recuerdo tu acné, no me puedes decir que no has cambiado.
-¿Mi acné? Tenías más granos en tu estúpida cara de los que se pueden contar con todos los dedos del cuerpo.
Liam sonrió y asintió sin poder negarlo.
La realidad es que verdaderamente habían cambiado. Los dos chicos a los que apenas nadie conocía se habían marchado de Inglaterra en busca de un sueño y huyendo de demonios que tendrían que enfrentar tarde o temprano. Dos chicos con ilusiones medio estropeadas y con ganas de desarrollarse. Habían vuelto dos hombres, dos hombres con un nombre que la mitad del mundo había escuchado y que muchos alababan. No eran las mismas personas, pero los demonios seguían siendo los mismos.
-¿Voy a poder con esto?
-Por supuesto- contestó Liam sin dudar un instante, no podía existir la más mínima dubitación-. Vamos a poder juntos, esto va a ser cien veces mejor que Boston, mil veces mejor que Nueva York. Este es nuestro hogar, Lou, esas cosas no se mueven; todos tenemos que volver al lugar al que pertenecemos.
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El Café 17 - Louis y Harry
Fiksi Penggemar"Debemos darle a los personajes ficticios esos finales felices que no se encuentran en la vida real". Harry ama leer. Louis solo adora escribir. Liam es dramaturgo. Zayn pinta, lo hace bien. Niall sirve café y vive, quizá sea el único que vive...