Capítulo 11

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Cuando Zayn se despertó lo hizo sin abrir los ojos. Simplemente su cerebro intercalado entre el sueño y la vigilia se encontró más cerca de esta última. Su brazo izquierdo se movió por la cama todavía oculto de la luz que penetraba por la ventana con el sol escondiéndose. Era algo que siempre hacía, no había dejado de hacerlo desde que era un adolescente. De sentir esa presión esperanzadora del que se siente acompañado después de compartir la intimidad. Pero la cama estaba vacía y fría.

No es que hubiera esperado realmente que Liam se quedara a dormir, sabiendo que posiblemente habría dormido durante la noche como las personas normales acostumbran a hacer. Pero era Liam, y una parte de su mente pensaba que el castaño se quedaría, solo por su inocencia y su delicadeza pese a la amplitud de sus hombros.

Se recompuso en seguida. Se levantó y se metió en el baño dándose una ducha rápida y limpiando los restos de euforia que quedaban en su vientre.

Pensó sobre Liam y se reconoció a sí mismo haber tenido demasiadas esperanzas puestas en algo que realmente no era cierto, algo que había terminado. Es eso lo que quería, al menos tendría que obligarse a creerlo, un orgasmo, el cuerpo sudoroso de Liam pegado al suyo y deshacerse de la tensión. Todo sería más fácil sin mezclar otras cosas que Zayn tenía guardadas en un cajón profundo de su alma y no había desenterrado en muchos años.

El problema llegó cuando caminó hacia la cocina y se encontró a Liam de frente, con un bol lleno porciones de manzana y fresa dentro de él. Había un sándwich en la mesa y zumo de melocotón que tenían en la nevera y que había colocado en un vaso largo.

-No puedes pedirme más, quería hacer algo más elaborado pero no he encontrado huevos ni... ¿Puedo besarte?- dijo sonriendo, sin pensarlo lo suficiente.

Liam debió estudiar un momento después el estupor de Zayn, porque se calló de golpe, ensombreció el rostro y dejó el bol sobre la mesa, empezando a mover su cerebro en todas direcciones. Sí, lo había pensado bastante. Había visto durante todo el día en la puerta un refugio seguro en el que sumergirse y escapar de lo que Zayn hiciera cuando despertara. No sabía todavía por qué había estado casi diez horas esperando en el apartamento por él. Sabía que Niall o Harry podrían haber aparecido en cualquier instante y sin embargo irse no le resultaba una opción satisfactoria, aunque en ese momento, viendo los ojos de Zayn que le observaban preguntándose qué hacía ahí, supuso que debía haberse marchado en cuando despertó.

-Creo que será mejor que me marche ahora- dijo, moviéndose por la cocina y secándose las manos, que todavía tenía mojadas de lavar la fruta, en los vaqueros-. Siento todo esto, no... lo he pensado, no pienso las cosas a veces. Pero está claro, ahora está claro.

Zayn estaba tan colapsado por las sensaciones dentro de él que no reaccionó hasta que Liam hubo cerrado la puerta tras él.

¿Estaba ahí? ¿Había estado ahí todo el día? ¿Por qué le había preparado comida? ¿Qué estaba pasando?

E igual que deseó antes de levantarse que Liam no se hubiera marchado, cuando realmente se dio cuenta de que no lo había hecho no entendió el porqué.

La historia de Zayn podría ser contada en otro momento, en otro contexto, empezando en sus quince y terminando en el momento en el que sonreiría a Liam para siempre. Sería una historia complicada que bastaría para hacer llorar a las almas más sensibles. La historia de Zayn no fue fácil, no podría resumirse en un párrafo simple y pasar a otra cosa, eso no tendría ningún sentido. A veces hay que conformarse con pequeños toques, como en esa ocasión, leves pinceladas del corazón de Zayn, tan maltratado años atrás y lleno de alcohol desinfectante en ese momento.

A Zayn nunca le gustaron los deportes, su padre quería que hiciera algo por las tardes porque sentarse a ver la televisión no era una opción acertada. Su madre había recibido siempre como regalo de navidad dibujos de su parte. Empezó las clases de pintura con nueve años. Pero siendo un adolescente comenzó a necesitar dinero para comprar los caros materiales que le eran imprescindibles para avanzar en su arte. Materiales que eran costosos y los cuales sus padres no podían permitirse cuando comenzaron a llenar la casa de niñas. Por eso con catorce años encontró un trabajo que le dio dinero a la semana para comprar, pero que también le procuró la cicatriz más grande que tenía.

El Café 17 - Louis y HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora