Capítulo 30

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El cartel de cerrado ya colgaba sobre la puerta de la librería cuando Harry pudo bajar a ver a Amalia después de una tarde llena de llamadas telefónicas. Quería haber tenido tiempo antes; cuando regresó de Estados Unidos se había planteado una serie de pasos que ir dando en el trascurso de los días: llamar a su agente para cerrar fechas con la discográfica de cada a su segundo álbum, quedar con la banda para componer y cerrar arreglos de algunas canciones de inspiración durante la gira, hablar con Nick y verse (esto no era algo que tuviera demasiada necesidad de realizarse de manera pronta) pero era una de las personas que más le habían ayudado cuando su fama comenzó a despegar a la velocidad de la luz,...

Tenía muchas cosas que hacer; ¿y qué había hecho? Encerrarse en su cuarto durante diez días lloriqueando y componiendo. Bien debía reconocer que lo que había compuesto no era malo, aquella canción que no tenía aún nombre porque el más simple no acababa de convencerle y que hablaba de volver a caer por alguien era realmente buena, él lo sabía.

Sin embargo, dejar en manos del dolor y la pérdida, o incluso la sensación de nerviosismo en el pecho, el hecho de componer canciones realmente interesantes, no era algo que le resultara agradable. Y más teniendo en cuenta las cosas que debía hacer y las cosas que no había hecho. ¿Y todo por qué? ¿Porque el idiota de Louis Tomlinson había dicho cuatro tonterías que habían arrasado su pecho o porque el idiota de Louis Tomlinson, tras decir aquellas tonterías había decidido marcharse? No, desde luego no quería pensar mucho sobre ello.

Por fin aquella tarde se había puesto manos a la obra; había cerrado algunas fechas para ir al estudio en el que hicieron los últimos arreglos al primer disco, en principio la banda completa había accedido. Al acabar la gira todo el mundo había estado tan contento con el resultado final que se habían arreglado tres semanas de descanso y otras tres con descansos largos entre citas para grabar y acciones promocionales. Después todo volvería al caos más absoluto, aquel que a Harry le había gustado la primera vez que se había sumergido en él: días locos en el estudio, noches intranquilas con más café de la cuenta, instrumentos musicales, la mente llena de ruido del que, de vez en cuando, aparecía algún sonido interesante, grabación, grabación, grabación, alegría, más grabación, errores, grabación, sesiones de fotografía, entrevistas con revistas, más fotografías... Hasta que un buen día, sin casi ya esperarlo, una caja había llegado a su apartamento alquilado de Los Ángeles con una nota de agradecimiento de la discográfica y decenas de discos con su espalda en la portada y su corazón dentro.

Todavía quedaban bastantes días para que llegara aquella primera cita con el equipo; por eso Harry había llamado tras ello a Nick.

Quizá no era la mejor idea del universo, más cuando las cosas entre ellos no habían quedado muy claras en el pasado; pero Nick le había dicho que se vieran cuando regresara a Inglaterra y lo cierto es que lo pasaba bien con él. Una parte de Harry le agradecería siempre la paciencia y la calidez que había tenido con él al principio.

Harry había llegado como un potrillo asustado a su primera entrevista por radio, con los ojos muy abiertos y con miedo a decir algo que no debiera. Nick había sabido apaciguar sus nervios con preguntas sobre el disco, sobre las grabaciones y la gira que todavía no tenía fechas cerradas. Acababa de estrenar su primer sencillo y la acogida había sido tal que al salir de la radio decenas de jóvenes se habían amontonado en las puertas para recibir un abrazo, un autógrafo o una sonrisa.

Al verle fuera de su elemento, Nick le había invitado a comer el día siguiente a aquel; lo que parecía una comida tranquila, con la necesidad de comprensión de Harry y quizá las no tan blancas intenciones de Nick, se había convertido en una cena y un desayuno.

No se había arrepentido de ello, Nick estaba ahí, era amable, divertido y se había dicho: ¿por qué no?

Las cosas no habían quedado exactamente ahí, se habían visto alguna otra vez durante las presentaciones de Harry, él mismo había vuelto a la radio para una segunda entrevista en la que gracias a los consejos del presentador y al tiempo que había trascurrido, en el que Harry había aprendido ciertas cosas que le ayudarían durante toda su carrera, todo había sido un éxito; fue entonces cuando comenzaron las elucubraciones sobre la nueva estrella emergente y el presentador. Solo elucubraciones, porque tras aquella primera vez no había vuelto a pasar nada entre ellos. Ambos querían divertirse únicamente.

El Café 17 - Louis y HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora