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En el automóvil se escuchaba una canción que Willy había puesto a reproducir en el autoestereo y la tarareaba con alegría al conducir, se la había pasado tan bien en un simple parque de atracciones con los juegos y espectáculos que hubo, hasta con...

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En el automóvil se escuchaba una canción que Willy había puesto a reproducir en el autoestereo y la tarareaba con alegría al conducir, se la había pasado tan bien en un simple parque de atracciones con los juegos y espectáculos que hubo, hasta consiguió algunos premios que pensaba regalarle unos cuantos a su madre cuando fuera a dejar a Luzu en la casa. Están ajeno a los asientos traseros, los dos chicos estaban en silencio sosteniendo los peluches que ganaron, Quackity comía un algodón de azúcar disfrutando de la canción y mirando por la ventanilla, Luzu se iba quedando dormido con el peluche de tigre entre sus brazos, no tardando mucho en sucumbir al cansancio y cerrar sus ojos, dejando caer su cabeza en el hombro de Quackity, haciéndolo sobresaltar.

El chico de cabellos azabaches no se movió ni le dijo nada, se quedó quieto con tal de no despertarlo, aunque por dentro estaba gritando y entrando en pánico porque se sentía raro, lo que pasó en la rueda de la fortuna lo tenía cuestinandose a cada rato, buscándole respuesta a esas sensaciones. Fue realmente extraño, era como querer escapar pero a su vez querer quedarse, tuvo la sensación de chillar y un cosquilleo en su cuerpo, junto con el revoltijo en el estómago que asoció en su momento a lo que había comido. Pero se le hacía tan extraño que sus mejillas hayan ardido, no tenía vergüenza cuando estaban allí, no lo entendía. Quackity se estaba confundiendo demasiado, no le encontraba lógica a lo sucedido, ¿por qué se sintió así? ¿qué le pasó? necesitaba qué alguien le explicara.

Mientras se puso a abrazar con fuerza al peluche de pato, escuchaba cerca de su oreja los ligeros ronquidos de su amigo, esperaba que no fuera cómo él cuando dormía y babeaba todo, pero se le causó gracia que hiciera esos sonidos. Luzu era gracioso, también sacaba buenos temas de conversación que a veces sonaban cómo disparates y le contaba cosas que había hecho, mucho de estos se trataban de las travesuras qué cometió. Era un chico con 16 años, tenía un registro de mala conducta desde el 1er año, aunque todos sus actos eran contra el director que estuvo en ese momento, por un tiempo no fue un mal estudiante en cuanto a exámenes y trabajos prácticos, sólo que ese año le iba mal –eso no le dijo, lo sabía por los chismes–, y se le sumaba a su registro los llamados de atención por el uso de los piercings y los suéteres con capucha que no llevaban el logo distintivo del colegio. Sin embargo, Luzu no era el vándalo cómo se creían todos, si fué un rebelde con causa y lo de la vestimenta y sus accesorios era un estilo que le gustaba, sin prestarle atención solamente a eso, era un chico bueno.

Luzu era chico lindo y bueno... espera.

——¡llegamos!—. anunció Willy, bajando el volumen de la música y voltear a mirar a los asientos traseros, encontrándose con Luzu durmiendo y Quackity apretando un peluche con la cara roja como una cereza. ——¿todo bien?—. sólo el más chico asintió como respuesta. Willy extendió su brazo, logrando jalar del flequillo a Luzu para despertarlo, escuchándose una maldición que impresionó a Quackity, esa palabra nunca la había oído antes. ——despierta, dulce princesa, que tu amiguito se tiene que ir—.

Mom says NO; Quackity & StaxxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora