3. Las preparaciones - JULIUS

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"¿Necesidad? Palabra cómoda con que el culpable se quita de encima la culpa, para arrojar en el vacío toda soberbia y traición." Emanuel de Geibel.

Me situaba en la oficina del Líder Belch, junto a él y otros dos Líderes del consejo de la decadente VarGóra, hablando de lo sucedido durante las pruebas que se habían llevado hacía dos días en los acantilados de la bruma, tres jóvenes se habían encontrado con un Aspid, o eso era lo que dedujo Belch con la descripción de los chicos y los exploradores que enviamos a esas cuevas.

—Los Aspid son peligrosos —decía Belch—, no me extraña que haya podido matar al viejo dragón, después de todo, acababa de limpiar su territorio de otras bestias para empezar a poner sus nidadas, y ni siquiera dejó que los jinetes o los guerreros se acercaran para ayudarle. Debía de estar muy débil.

—Sin duda lo estaba, pero no esperaba que perdiéramos a una posible montura de tal nivel —dijo entre la tos el Líder Hymenopus. Mi viejo amigo y, como todo miembro de la antigua casa de los Coronatus, tenía la piel pálida con matices rosados, cabello rubio y gozaba de unos ojos azules muy oscuros. De lo que no gozaba era de buena salud, y después de otras toses agregó—, si otro guerrero lo hubiera domado, ahora estaría vivo, no hubiéramos arriesgado a los jinetes restantes y a los guerreros durante el reto para mantener a las promesas seguras, y más importante, no nos sentiríamos tan débiles en estos momentos, el pueblo está nervioso, debemos empezar con los planes lo antes posible. 

—Yo otorgo mis respetos por tan valiente y duro dragón —su voz seguía siendo baja, y aun así lograba que todos lo oyeran desde la estantería donde estaba tomando unos libros de Belch. Plecy Ambitny era uno de los Líderes que sin duda no me agradaban para nada, esa lengua cortante nunca hacia nada si no le traía el mayor beneficio a él mismo, y tampoco hacía las cosas él solo, involucraba a los demás para valerse de ellos—, pero difiero contigo en cuanto al dragón, mi estimado Hymeno, ya era muy viejo y los recursos que se pueden conseguir de un dragón muerto no son nada despreciables, mucho menos si nos trae consigo esas partes de Aspid que encontramos en las cuevas, es una lástima que se haya escapado.

—Ese dragón sirvió cientos de años para que tú pudieras vivir en paz dentro de los muros, Plecy —dije entre dientes. ¿Es que nunca hacía nada para que su actitud desagradecida desapareciera?—, y ahora tú le correspondes queriendo descuartizarlo para comer su carne, bañarte con el polvo de sus garras y sentarte en su cráneo pulido.

—Solo soy práctico querido Julius, después de todo no tenemos ningún recurso en abundancia. Todos nos tenemos que sacrificar —lo decía el tipo que resaltaba sus rasgos y ocultaba su gordo cuerpo con las ropas más finas, con gran diferencia dentro de la habitación. Me estaba exasperando cada vez más—, dejando eso de lado, me pregunto cómo continuaremos, ahora que los soldados de la academia han conseguido los preciados huevos del dragón muerto. Aunque se dice que no todos los huevos logran eclosionar...

—¿Por qué tanta curiosidad, Sir Plecy? —Belch lo miraba fingiendo indiferencia—. Normalmente nos echaba en cara que dirigiéramos tantos recursos para la academia, "los jóvenes no deberían ser mantenidos dentro de los muros disfrutando del nuevo sol, y pasándose las tardes libres", es lo que proclamaste durante la última reunión del consejo.

—Sir Plecy es un Líder y un Barón de una casa muy antigua, es normal que se ponga nervioso en tiempos de necesidad. Algunas veces, exagerará demasiado —dijo Hymenopus—. Ya es tarde, es seguro que Sir Plecy nos honrará con su presencia en otra ocasión más oportuna.

—Claro que sí Hymeno, después de todo estoy muy ocupado, y si me otorgan este corto periodo de tiempo para descansar, yo les estaría muy agradecido. —lo que salía de su boca no coincidía para nada con la expresión de su cara, y aun así no muchos lograrían notarlo.

Las Promesas de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora