43. ¿Destino deseado? - JULIUS

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"Siempre nos podemos dar la oportunidad de evolucionar. Lo que seremos depende mayormente de nuestras decisiones por sobre los sucesos de nuestro exterior."

La fortaleza tenía pasillos y escaleras que se entrelazaban entre ellas de una forma desigual. No había muchas habitaciones y las salas se interponían entre las subidas demostrando la poca estética y utilidad bruta de la fortaleza en sí.

Siendo prácticos, era fácil dirigirse a algún lugar, había muchas rutas para ello, lo malo era que algunas llevaban más tiempo que otras. Al subir a un nivel superior, giraba por un pasillo y encontraba una escalera que pude haber tomado y ahorrarme varios minutos.

Sin importar la inmensidad del lugar, casi no había nadie, algunos soldados aprecian buscando zonas altas y murmuraban preguntándose qué tan alto podrían llegar antes de que el ser denominado como Rafael los matara por ello.

Antes de cruzar una esquina me detuve para escuchar otra conversación.

—Vamos a morir, lo sé —decía uno—. No hace mucho, el jinete Gilles se fue junto a su dragón, nos abandonó.

—¡Silencio! Vigilen las murallas y sigan disparando con los arcos.

—Si la Alianza no nos mata, lo harán los Incontrolables salvajes o los del señor Rafael.

Evité ese lugar, eran demasiados para pasar inadvertido y busqué otra ruta que me diera vía libre al siguiente piso. Pude ir por allí, hubiera sido entretenido, pero ahora tenía un objetivo, Rafael. Entré más escuchaba más quería presenciarlo.

—Así que Gilles escapó. —musité mientras caminaba.

El hijo mayor de la familia de Rais, cómo es que había llegado a este lugar. Hablaban como si lo reconocieran de mucho. No era posible que él hubiera sido parte de los desertores a los que di caza, seguro este fue su destino cuando copió mis acciones aquella noche que murió Marcus.

En parte fue mi culpa, la de su padre y la de él mismo. Por lo menos no tendría que matarlo, él ya se había ido, lo que me exentaba de tener que segar la vida de un dragón encolerizado, una criatura noble que solo veía por la vida de su vínculo.

Allí estaba yo, a punto de acabar con aquel que destruyó VarGóra, posiblemente el mismo que había creado la Caída, era un ser de nieve y oscuridad, igual que todo ese periodo que casi destruye nuestra nación.

—Vengaré a... —bajé la velocidad y callé tan pronto empecé a formular la frase.

Rafael no mató a mi amada esposa. Después de tan larga vida había llegado a la conclusión de que cada quien experimentaba lo que le tocaba. Yo perdí un brazo, abandoné a los vargorianos y viví luchando por la Alianza; Edith vivió feliz a mi lado en VarGóra y se sacrificó como muchos otros lo hicieron antes de ella, por nuestros amigos y por mí.

Son las decisiones y acciones de cada uno lo que nos describe, no existe el tal destino. Rechazaba toda esa palabrería del Bannik, así yo lo decidía ahora, así lo habían hecho los jinetes, ahora mismo, ellos se dirigían hacia Rafael, infiltrados en el castillo.

Durante la inclemente subida me di cuenta de ello, vi varios dragones a través de las ventanas y aun con la tormenta divisé que las sillas estaban vacías. Los dragones seguían cuerdos, dentro del comportamiento de un dragón, así que las Promesas no estaban muertas, sino que cumplían con su misión.

—Algo debió complicarles el subir con sus dragones, el plan era llegar lo más rápido posible. —un improvisto, seguro.

Pasó otro largo lapso antes de poder detectar de nueva cuenta vida en la fortaleza. Me agazapé a medida que me acercaba a las voces y rugidos que se transmitían por los pasillos de piedra. Al final de la escalera y al fondo de un pasillo vi a un grupo de soldados. Revisé presuroso el lugar, no había otro camino para subir.

Las Promesas de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora