"Nuestra brillante llama, luego la vuestra."
—¡Sigan soldados, aprieten más el paso y pronto llegaremos! —era lo que el general Marcus nos venía gritando desde que partimos de Veles, hacía ocho días.
Me parecía excesivo, Gilles, Józef y yo podíamos aguantarlo, me sorprendía cómo lo llevábamos de bien, pero los demás soldados podrían morir a este ritmo, incluso habíamos tenido que sacrificar a tres caballos, dejándole al más fuerte como montura al viejo Belch.
—¡General! Allá —gritó un soldado en la primera línea. Apuntaba hacia un camino de fuego que aparecía desde atrás de una montaña en la distancia—, viene desde la posición de la alarma.
—Vaya —dijo Józef—, es increíble, se ve desde muy lejos.
—La construcción donde se encuentra la alarma está apartada de nuestro camino —dijo el viejo Belch desde el caballo—, por eso no vimos el inicio hasta ahora, que ya casi llegamos a la ciudad. Nos falta cuarto de día por lo menos, se puede ver la tormenta a la distancia.
Si la podía ver, la veía muy bien. Además de la fortaleza ahora mi vista mejoraba, y aun si no la viera, la sentía, hacía mucho frío y empeoraría. "Debes de ser fuerte", me repetía a cada rato.
—General, hay huellas delante de nosotros
—Son demasiadas —dijo al acercarse—, pero ¿por qué no fueron borradas por la tormenta?
—Debieron empezar a moverse más rápido, tal vez los exploradores encendieron la alarma y las bestias estaban por este punto. Subieron el ritmo y la tormenta que las rodea no pudo camuflar su rastro. —aun no llegábamos a donde el general estaba así que no pude ver de lo que hablaban, pero cuando los alcanzamos, vi a qué se referían.
Las huellas no revelaban un número porque no éramos capaces de contarlas todas, pero si confirmaban las suposiciones de que eran miles, todas bajaban y subían las colinas a nuestro alrededor dejando surcos en la nieve. Me estaban dando más nervios, esto podría ser una carnicería.
—Ojalá todos estén bien. —escuché a Józef susurrar a mi lado.
Gilles empezó a correr hacia adelante, se abrió de brazos y gritó.
—A... ¡Alto! ¡Por favor, paren! —nos detuvimos.
—¿Qué pasa chico? —preguntó el general Marcus—. ¿Te sientes cansado?
—¡Por favor, piénsenlo bien! —parecía un poco resignado a hablar, no nos miraba—. ¡¿Por qué estamos volviendo a la aldea si allá están esos Incontrolables?! ¡Deberíamos de irnos a otro lugar, tal vez más al norte!
—¿Te volviste loco muchacho? —el general Marcus ya no parecía tan tolerante.
—¿Acaso estás sugiriendo dejar a toda VarGóra por su cuenta? —dijo un soldado.
—¡Usted ya cumplió con su deber al enviar a los exploradores a encender la alarma! —ahora sí miraba de frente, estaba decidido, y yo estaba atónito con lo que decía—. ¡No debió hacernos volver! ¡Vio lo que le pasó a Veles! ¡Había aguantado mejor la Caída que VarGóra, y aun así cayó! ¡No debimos volver!
La campaña en pleno se quedó en silencio. estábamos sorprendidos, lo que decía no lo lográbamos comprender. ¿A dónde más quería ir que no fuera el lugar en donde resistimos durante generaciones? ¿Acaso quería que abandonáramos a amigos y familiares? ¿A mi última familia... mi primo?
El general se acercó a él, lo miró durante un momento, mientras Gilles hacía lo mismo, y luego el general le dio un golpe en la cara tirándolo a la nieve.
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Las Promesas de los Dragones
AdventureDrey es un joven de trece años que ha quedado huérfano por culpa de las casi interminables batallas de la Caída, un suceso que marcó y dividió al mundo. Dos años después del fin de la Caída, a él y a otros jóvenes se les dará la oportunidad de conse...