44. La gran muerte - ADAM

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"Para las mayores causas siempre hay que sacrificar algo."

Dejar atrás al Líder Julius fue algo muy difícil, aún tenía que obligarme a avanzar. Él deseaba con todo su ser que yo continuara y estaba muy seguro de poder controlar la situación.

—Tengo que concentrarme. —los pisos superiores estaban muy cerca.

La herida en mi brazo se estaba cerrando a buen ritmo, cuando llegara el momento de pelear contra Rafael estaría totalmente bien. El plan era llegar a como diera lugar, si no estábamos todos, hacer tiempo por lo menos hasta que Stefan apareciera.

Stefan tenía la habilidad más efectiva para las peleas y trataríamos de aprovechar eso lo máximo posible. Ojalá pudiera tener a Moro cerca, pero la tormenta no nos dejaba subir con nuestros dragones, la única ruta posible fue este laberinto de fortaleza.

Era fácil guiarse, la caótica y gigantesca acumulación de magia debía de ser Rafael. Ya estaba a mitad de unas escaleras y podía observar al final del pasillo que le seguía una puerta de la cual suponía que detrás de ella estaba nuestro objetivo, sin embargo, de repente dejé de sentir al Líder Julius y paré.

—El puede... O no... Tal vez. —pesqué diferentes sensaciones de la fortaleza.

Sin el Líder Julius siendo mi centro de enfoque me di cuenta de los demás seres que estaban a mi alrededor. Con una velocidad asombrosa, varios Incontrolables blancos estaban subiendo por fuera de la fortaleza, no me agradaban, parecían arañas. También estaban las demás Promesas de dragón, aunque solo seis contándome entre ellos.

Escuché pasos acercándose por una esquina al principio de las escaleras, sabía que no era Julius, pero agradecí tener a algunos conocidos de nuevo conmigo. Debía de afrontarlo, él se había ido deteniendo a los Bies y guardias de la reina.

—Adam —los gemelos fueron los primeros en llegar—. ¿Lo encontraste?

—Está al frente. —señalé la puerta cuando pararon a mi lado.

—Chicos. —Lucas fue el siguiente.

—Ya era hora —dijo Józef—. Te dije que entraras por la misma ventana que nosotros.

—¿La ventana a la que Aleksy le disparó ácido? —Lucas frunció el ceño y Henrik suspiró.

—¿Dónde están los demás? —preguntó Henrik mientras caminábamos a la puerta.

Habíamos disminuido la velocidad por instinto, lo que hubiera detrás de esa puerta era peligroso y el que nos acercáramos iba en contra del sentido común. La puerta era muy robusta, pero al pegar el oído en ella logramos escuchar sonidos, metal contra metal.

—Hay que entrar. —dijo Lucas.

—No, aún no estamos todos. —Józef se había vuelto más táctico.

—Estamos aquí y...

—¡Ya llegué! —gritó Stefan al final de las escaleras.

—Solo nos percibo a nosotros seis —dije rápidamente—. Evarb está escalando por fuera de la fortaleza, va a entrar directamente por la sala detrás de esta puerta.

—Tendremos que hacerlo nosotros solos.

—Hay dos escaleras que llevan a unas puertas más arriba. —Józef las señaló con obvia intención.

—El terreno alto nos pertenece. —contestó su hermano.

Parecía que la sala detrás de la puerta estaba constituida por dos pisos, a los laterales se dividían las escaleras que deberían llevar directamente al segundo piso, tal vez a un balcón interior.

Las Promesas de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora