4. La traición - BELCH

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"Vivir como joven, morir de vejez"

—Sir Razowy. —era Gilles de Rais, a mi lado derecho, de catorce años, un joven robusto y alto, de cabellera y ojos negros como el carbón, aunque su cabeza ahora contaba con los toques blancos de la nieve.

—¿Sí?

—¿Cuánto supone que nos falte para llegar a la ciudad del norte? No es que me queje de caminar, solo tengo curiosidad.

—Bueno, aún nos tomará un día o dos más llegar a Veles. Hay que atravesar las montañas nevadas y como ves, la campaña que nos escolta a los cuatro es grande —para mantenernos seguros estas constaban de cincuenta guerreros, diez arqueros, cinco exploradores y cinco caballos—. Vamos lento porque tenemos poca movilidad.

—Usted más que nadie allá arriba, Sir Razowy —dijo alguien a mi izquierda—. Ir en un caballo es muy lento, sin duda.

Józef, uno de los gemelos Saldo, flacos y de ojos castaños. Le respondí sonriendo.

—Bueno, un caballo no puede correr en esta nieve y con este frio, joven.

—Y menos un mago Vedmak como usted en esos vestidos, Sir Razowy. —me quedé con los ojos abiertos. Este sin duda era el gemelo gracioso. No pude evitar reír con fuerza.

—Me parece que a todos nos vendría bien que ese cabello tuyo fuera como el fuego y no como el naranja de las zanahorias que te robaste con tu hermano en las cocinas de la academia. —vi como el otro joven a su lado contenía una sonrisa, y también como la cara con pecas de Józef cambiaba de color a la vez que miraba un poco avergonzado hacia el piso. El robar comida era un crimen, pero eran niños en una época de hambre, así que solo sonreí habiendo ganado la justa.

—Deberías ser castigado. —dijo Gilles a mi derecha.

—Cállate. —le respondió por lo bajo.

—¿Tú qué dices, Drey, debería Józef ser castigado? —trataba de hacerlo hablar, era un chico menudo y de piel cobriza, cabello castaño oscuro, con ojos negros. Solo hablaba cuando estaba con aquellos a los que les tenía mucha confianza, por eso contenía su risa.

—Bueno... no creo que sea necesario.

—Por mi parte —de nuevo a mi derecha—, yo digo que sí. Has de respetar más a los Líderes, Saldo. Los instructores se enterarán también.

—Bueno, de Rais, tú también comiste de esas zanahorias —dijo Drey, distraído—, todos lo hicimos.

—¡Tu!...

—¿Así que confiesas un crimen general, Drey? —dije suspicaz y sonriendo.

—Ah... yo... no. —no pude parar de reír, el chico no cambiaba, desde que los recibí a él y a su primo de niños no había cambiado. Aun cuando parecía el más indiferente, sus instintos lo hacían tratar de ayudar.

—Tranquilos chicos, solo eran unas zanahorias. Gilles, ¿sabías que por estas tierras estaba el territorio de tu familia? Los de Rais podrían recuperarlas, todo depende de ti y tu hermano René. —eso pareció dibujarle una sonrisa.

—Sir Razowy —dijo Józef, levantando por fin la mirada—. ¿Por qué la ciudad a la que vamos se llama Veles?

—Es antiguo. Solo contamos con rumores e historias. Se dice que las ciudades de los cuatro puntos fueron creadas por dioses y las nombraron como ellos, pero también puede ser porque la tierra firme y árida se extiende mucho hacia el norte de la ciudad.

—Y por eso la nombraron como el dios de la tierra.

—Exacto, se dice que es una ciudad grande y hermosa. Ustedes las Promesas tendrán la oportunidad de visitar las ciudades, aunque solo vayan tres de ustedes a cada una.

Las Promesas de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora