29. Momentos de histeria - ADAM

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"Cómo advertir del peligro sí el miedo no ha de permitirte abrir la boca."

Eran como cadenas. Lo que me había hecho aquella señorita no me permitía hablarle, si quiera acercarme a Drey. Se sumaba que empezaba a realmente creer que él me estaba evitando.

Con la discusión en la cabaña se dispararon los sentimientos y sensaciones, me golpeaban a gritos en la cabeza y apenas podía someterme a su exposición.

También estaba el entrenamiento con el cual querían que Moro obedeciera a Lucas, eso era muy difícil. Mi dragón solo se sentía confiado de Teos, el dragón al que habíamos salvado en Ostatni Bastión, estaba agradecido con nosotros.

—¿Y Moro no llevará su montura? —les pregunté a Iris y René. Como Lucas no era una buena opción a corto plazo sugerí que fueran ellos dos quienes dieran órdenes a Moro.

—Claro que la llevará —exclamó el joven—. Los dragones sin jinete se usarán prácticamente para la carga de suministros, no se sabe realmente cuánto tiempo estaremos en el mar.

—Y volaré hasta su montura y tomaré los suministros —añadió la niña de pelo blanco cuando dio un salto sobre mi silla de montura—. Esta es muy suave, las nuestras son de cuero grueso.

—Ah, me la dieron en la ciudad de Oorun.

—Alguna vez quisiera ir allí —comentó René—. Deseo poder leer sus historias e incluso podría escribir algunas cosas de allí.

—Es muy bonito, aunque hace mucho sol. —la emoción desapareció, no sabía cómo estaban por allá.

—¡Moro, salta de aquí a allá!

—No va a saltar de piedra en piedra, Iris. Por favor, Moro —el chico se alejó unos metros—, ven hasta mi lado.

—Ve. —me miraba curioso, como si esto fuera un juego extraño, pero obedeció.

—Muy bien, trataré de que siga en vuelo a Gerik, con y sin mí. —su dragón verde se acercó y mientras él preparaba las amarras empecé otro intento.

—René —la garganta se me cerraba y mi cara se desviaba—, yo quería comentarte...

Las cadenas se volvían pesadas sobre mi cuerpo, esto era magia. Esa señorita podía usar magia, tanta como para bloquear mi habilidad de lectura de sentimientos, como para detectarme y obligarme a callar lo que sabía de ella. Era muy preocupante.

—¿Sí?

—N... Nada. —el aire volvió a pasar con normalidad a mis pulmones y pude dar un paso adelante.

—Vale... Observa a Moro, corrígelo si no me obedece, debemos estar listos. Nos vamos mañana a primera hora.

Los dos subieron a sus dragones y Moro los siguió con reticencia. Yo tenía un libro de magia en mis manos para estudiar a la vez. Magia defensiva, tenía el presentimiento de que eso podría ayudarme, pero lo único que había aprendido hasta el momento era a crear escudos. Se utilizaba mucha energía, pero daban gran resultado, aparecía una tela casi transparente frente a ti y desaparecía casi de inmediato.

El capítulo que leía era más mental. A medida que avanzaba me encontraba con datos de mi interés: Cerrar la Mente se divide en muchas variables y todas me beneficiaban.

—Puedo dejar de captar los sentimientos de los demás, así podré dormir mejor —recordé los dolores de cabeza—, y menciona que ayuda a deshacer efectos de magia externos. No es infalible, pero qué más tengo.

Cerré el libro dejando una mano en la página y confirmé nuevamente que el título del libro era: "Primeros Niveles del Poder". Ósea que esto debería ser lo más rápido para cancelar esas cadenas y advertirles de la señorita Graziella. Alcé la mirada como lo hacía cada cuanto para mantener a Moro atento en el entrenamiento.

Las Promesas de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora