28. Opiniones contrarias - EVARB

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"No los conocemos en realidad. Son nuestros allegados los que logran ser un mayor misterio, su mente y sus decisiones traicionan nuestro criterio."

"Esfuerzo", era en lo que pensaba en estos momentos de entrenamiento. Además de: "Nadie puede vencerme". Estábamos en el coliseo donde mi hermano se entrenaba con el alcalde, sin embargo, Drey no nos acompañaba.

—Es una habilidad increíble —le decía el alcalde a Stefan—. Todo lo que haces, incluso un mínimo movimiento de tu mano invoca la relajación en los músculos de tu contrincante.

Se limpiaba la tierra de la cara al levantarse del suelo con la ayuda del delgado chico.

—Lo estoy controlando cada vez más. —observó orgulloso.

Eso no era nada. En ese mismo momento golpeé la piedra delante de mí, dejándole otra huella de mi mano abierta.

—Eso también es sorprendente. —susurró el hombre.

Estaba feliz de que lo notaran, extasiado por las preparaciones que se estaban haciendo para la denominada misión en el mar que se llevaría en pocos días. La sacerdotisa ya había señalado el día exacto.

Por ahora, mi hermano y Lucas nos habían mandado a entrenar en grupos, como lo hacíamos en la academia. Supuestamente nos estábamos oxidando por la soberbia de la magia de dragón. Yo no era parte de ello, entrenaba más y más.

Quería seguir fuerte, Iris había propuesto que unos jinetes se quedaran a cuidar en tierra, tendrían que ser los jinetes de los dragones más calmados para que se dejaran guiar por los demás jinetes, aunque Piotr era muy controlado estaba seguro de que yo sí iría. Soy la fuerza que necesitarían, estaba ansioso por ello y Drey había prometido al llegar a la isla dejar de interferir.

—Ey —esa voz—. ¿Qué te hizo esa piedra?

—Lisandro —él me entendía, competíamos para demostrar quién era mejor—. ¿Quieres intentarlo?

—No he venido a entrenar, a diferencia de los jinetes, nosotros nos partimos el lomo trabajando.

—¿Miedo?

El chico se acercó a la piedra y con premeditada fuerza la golpeó con un puño limpio.

—Ja, muy bueno, pero no tan profundo como el mío —señalé las marcas—. Voy a enseñarte.

—No, estoy en mi tiempo libre y tengo muy poco. Solo vine porque no sé dónde está Lucas para avisarle.

—¿A qué te refieres?

—Escuché algo extraño de los pescadores, una historia. Hablaron de la vez que la sacerdotisa seleccionó a una gran cantidad de jóvenes, hace mucho tiempo atrás. Los habitantes de esa época se negaron y durante la noche, los niños desaparecieron sin dejar rastro. "Temed a la diosa" dijeron.

—Increíble. —miramos al alcalde, se encontraba distraído con los gemelos.

—Díselo a tu hermano, para que lo tenga en cuenta.

Lisandro se fue y en poco tiempo yo ya había acabado con los entrenamientos, casi dos veces. Decidí irme primero para hablar con Drey y Lucas, aunque también tenía unas ganas increíbles de volar con Piotr.

Ya me encontraba en el límite de la aldea cuando pude ver el enorme cuerpo de Teos, los dragones seguían creciendo a grandes pasos. Tenía la boca abierta al lado del suelo y junto a él, Lucas hablaba y movía los brazos frenéticamente.

—Qué extraño. Parece que regaña a Teos, pero está muy lejos como para escucharlo —entrecerré los ojos y caminé con menos premura—. ¡No puede...!

Las Promesas de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora