14. Promesas en duda - EVARB

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"La traición no es algo que esperas encontrar de tus más allegados, mucho menos en los momentos en los que crees que están más unidos."

—¡Con fuerza, Piotr! —el dragón, lleno de energía, corrió pisando con estruendo la nieve para, con sus cuernos en forma de ariete, chocar contra la madera—. Casi, Piotr, un golpe más.

El árbol tenía que ser este, era muy resistente y diferente a los demás que había cerca de las montañas. Piotr retrocedió lentamente, pero antes de comenzar otra embestida nos alertamos por unos sonidos que se acercaban. De entre la punta de los árboles salió una bestia de color morado metálico.

—Eres tú, Juliana. Vaya, te alejaste bastante para atraparlo. —su dragón, a pesar de ser uno de los más grandes, luchaba con dientes y garras para mantener al enorme animal que aún se retorcía bajo su peso.

—Costó bastante encontrarlos, por alguna razón la manada se alejó más de lo normal —la pequeña chica se acomodó sobre la montura de su vínculo—. ¿Estás seguro de que ese es uno de los árboles?

Estábamos cazando y recolectando fuera de Ostatni.

—Por favor, llevo dos semanas haciendo esto, creo que ya sé reconocer un árbol estepario —me reí de su insinuación—. ¿Vas a matar a esa... vaca?

—Los mini ecosistemas que se encontraron y las granjas que se construyeron en Ostatni ya están llenas —Kelby retorció con fiereza el cuello del animal—. La carne de esta se conservará con cenizas inflamables.

—¿Por qué pareces tan triste, no disfrutas de todo este aire libre? —tomé las correas con fuerza y Piotr volvió a arremeter contra el gran árbol—. ¡Wu! ¡Estuvo cerca, ya casi cae!

—Te envidio —contestó cuando volvimos a retroceder—, a pesar de todo lo que ha pasado eres tan feliz solo golpeando unos troncos.

—Oye, estos árboles no son cualquier cosa, son muy importantes, resistentes y difíciles de hallar. Además, son un gran reto para medir nuestra fuerza —Piotr, cansado de esperar, me sorprendió embistiendo y derribando el árbol. Era como si me diera la razón—. Bien hecho amigo. Agárralo, hora de irnos.

Mi amigo arrastró el árbol junto a otros dos, todos con la raíz casi indemne. Me bajé para atarlos y que se le hiciera más fácil a Piotr llevarlos.

—¡Aj! —me quejé al mirar mi silla—. Otra de las correas está rota.

—Es verdad —Juliana se acercaba a pie—, es tu culpa. Tienes demasiada fuerza, Piotr igual.

—¿Qué? Pero, si son muy viejas —me observó seria—. Está bien, no lo son, pero si están muy desgastadas, es una suerte de que estén haciendo nuevas —pensé mejor su comentario y me puse feliz flexionando mis brazos—. Sí es verdad, tengo mucha fuerza.

Juliana me miró levantando una ceja.

—Es bueno que vuelvas a ser el de antes —comentó después de un momento—, debe ser algo de los Rumore.

Paré de mover mis grandes músculos y la miré con desconcierto.

—No hagas esa cara de estúpido.

—Oye, yo solo no sé a qué te refieres.

—Mira, eres muy fuerte, grande y de apariencia amenazadora —pensé en hablar sobre mis cicatrices para reafirmar lo que ella decía—, pero tu personalidad no es así. Excepto que, mientras Drey estuvo en coma te comportaste como tal, a la par de lo que aparentas.

—Bueno... sí soy imponente, solo mira estos brazos —me decidí—, esta cicatriz de aquí es...

—¡Ay! Ya, volvamos antes de que se haga de noche.

Las Promesas de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora