Singularidad C+: La Guerra de 100 Años del Dragón Enloquecido (Capítulo 12)

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En lo profundo de la caverna de cristales azulados, la gigantesca sombra permanecía en silencio. No estaba molesta por la perdida de dos servants. No era importante, ya había descifrado el conjuro de invocación, e incluso cómo vincular a los servants invocados con su Master para que no consumiesen su energía mágica.

No, le preocupaba otra cosa. Habían otros servants que no estaban bajo su control. Antes habían muchos mas a lo largo de Francia, sin embargo se había encargado de cazar a la gran mayoría. Esos Masters se las arreglaron para salvar a cuatro servants, de los cuales sólo a uno le tenía miedo. Aún así, estaba seguro de que no podrían derrotarlo, no con los servants que había invocado para reponer sus filas.

Aunque no era un genio militar, no era estúpido tampoco. Sabía que los Masters buscarían más ayuda. Y recordando los lugares donde los vio, supuso que probablemente irían a por los Servants que estaban en Lyon, si es que tenían alguna forma de detectarlos. Era el único movimiento lógico que podían hacer.

Así que, porque no eliminar tres pájaros de un tiro? Los dos Masters y un grupo de servants que posiblemente podrían intentar eliminarlo.

"Aún así, no puedo arriesgarme a ir yo. Debo proteger mi vida. Por ello, ustedes cuatro irán, por eso los llamé."
Llamó a la mayoría de sus Servants, aunque decidió no enviar a los berserkers que había invocado. Eran incontrolables y no se retirarían, lucharían hasta morir. Era algo que no se podía permitir, no quería perder más servants, hacer uso de canticos para rituales mágicos era algo a lo que le tenía asco, se sentía como usar milagros.

"Perfecto! Tenía ganas de mi revancha!"

"Hmm... Entonces sólo hay que eliminar al enemigo."

"Me encargaré de que mis flechas sean lo último que vean."

"La sangre una vez más se derramará. Perfecto, este será un campo de batalla digno de un rey."

Tres voces femeninas seguidas de una voz masculina se escucharon, antes de que los pasos rápidos indicasen que salían de la cueva de cristal. Una vez más, la colosal sombra quedó en soledad. En soledad junto a los cristales que se negaba a abandonar.

En aquella ciudad llena de edificios en ruinas, dos figuras se encontraban juntas. En las afueras de lo que una vez había sido un bar de algún tipo, el cuál se encontraba a medio quemar, aquellas dos figuras se encontraban.

La primera, la más baja del dúo, se encontraba sentada en una silla de madera. Vestía ropajes verdosos de aspecto oriental, que parecían un kimono, y su cabello era largo y verdoso. La parte inferior de su rostro se encontraba escondida detrás de un abanico que sostenía a la altura de su pecho con una mano, mientras que su otra mano se encontraba sobre sus piernas reposando plácidamente.

La segunda, notablemente más alta que su compañera, se encontraba de rodillas frente a ella. Las sillas a su alrededor siendo demasiado pequeñas para su gran estatura, la mujer prefirió simplemente sentarse en el suelo. Parecía vestir una especie de vestido de una pieza hecho de algún tipo de pelaje blanco pálido, color compartido por su largo cabello. A su lado, apoyada en el suelo, una guadaña negruzca reposaba plácidamente.

"Enserio? Nunca correspondiste sus sentimientos pese a saber de ellos?!"
La mujer de cabello verdoso preguntaría con un tono casi escandalizado y aterrado ante lo que parecía ser lo último que escuchó de su acompañante en esos momentos.

Un suspiro cansado escapó de la chica más alta, quien negó lentamente con la cabeza.

"No me veía capaz, el era un mero hombre y yo una mestiza de dragón y lord... Lo quería como a todos los demás habitantes del mundo pintado, pero me veía incapaz de corresponder a su romance, era incorrecto. No sólo nuestras naturalezas eran opuestas, sino que el habría muerto y me habría dejado sola, ambos sabíamos que no habría terminado bien si lo intentábamos."
Aquellas fueron las palabras con las que la peliblanca respondió, su voz era suave, y su tono sonaba resignado. Una sonrisa nostálgica se veía en su rostro, mientras que su mirada se movía al suelo entre ella y su compañera con quien hablaba.

Fate Grand Order: Dragon x ServantsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora