Singularidad C+: La Guerra de 100 Años del Dragón Enloquecido (Capítulo 21)

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Ling había pasado al lado de Arthuria, Mash y Kiyohime cuando éstas estaban corriendo en dirección a la ciudad. La falta del saber que se había quedado a luchar con ellas, Gilles, le indicó que probablemente había quedado muerto o inutilizado. No le sorprendió, pese a ser un servant, la mujer dudaba que pudiese mantener el ritmo del berserker que cargó contra ellas.

Por otro lado, se sintió mal por Jeanne, sabía que la mujer estaba apegada al hombre y lo veía como un buen amigo. Aún así, no podía hacer mucho. Se limitó a seguir montando su dragón, llegando con una exhausta y casi inconsciente Okita hasta la zona donde la Master de Mash estaba.

"Joven Sekine, una vez más, hola."
La mujer de cabello azulado saludó con una amable sonrisa a la joven de cabello carmesí, la ausencia del hombre en el lugar confirmando sus sospechas de su muerte.

Un pequeño silbido de su parte causó la aparición de un dragón más pequeño, quien alzó a Okita y la depositó en el suelo al lado de Sekine mientras que ésta se sobresaltaba ligeramente.

"O-oh! Hola Ling. Okita terminó mal de nuevo?"
La master preguntó, dirigiendo su mirada hacia ella con una sonrisa un poco más nerviosa y cansada, probablemente por el consumo de energía mágica de sus servants combatiendo.

Ling le sonrió con suavidad.

"Así es. No tanto, pero tardará un rato en poder volver a lu-"
Un grito iracundo interrumpió las palabras de la mujer. Pudo ver cómo el rostro de la Master se quedaba completamente pálido, y sus piernas empezaban a temblar ligeramente. Se dio la vuelta, y lo comprendió al instante. Incluso con la distancia, pudo notar que esa cosa probablemente sería similar a Siu en su tope de poder, cuando ella y sus hermanas y hermanos todavía formaban un sólo ser.

Entrecerró sus ojos con preocupación notable.

"... Por mucho que una charla disfrutaría quedándome aquí, mi ayuda allí necesitarán. Mis niños a cuidarte se quedarán, pero yo retirarme debo."
Habló sin dirigir su mirada hacia la joven de cabello rojizo. No creía que ver su expresión seria ante la amenaza pese a la distancia fuese a ayudar su estado aterrado, y esperó que no notase la seriedad en su voz.

Silbó una vez más, dos dragones apareciendo y dirigiéndose a rodear a la joven Master, para protegerla de cualquier peligro posible tanto a ella como a la debilitada Okita. Tras ello, un pequeño movimiento de piernas de Ling indicó al dragón que montaba que se moviese, llevando rápidamente a Okita hacia el gigantesco dragón.

Tanto Cu Chulainn como Ruby estaban necesitando un descanso. Un aura verdosa cubría sus cuerpos, cortesía de la magia de Sona. Los huesos de ruby antes se habían sanado lo suficiente para que ella pudiese moverse, pero todavía debían terminar de sanar. Pasaba lo mismo con los intestinos y músculos del torso del semidiós. Pudo luchar aún con sus órganos internos aplastados parcialmente por ese ataque, pero todavía había sido un dolor intenso. Ahora que su oponente había muerto, podían tomarse un respiro. Su música los envolvía, relajando sus cuerpos mientras que su magia sanaba sus heridas.

Entonces, el iracundo grito los alcanzó. Las miradas de los tres se dirigieron hacia su fuente, y quedaron paralizados. Cu Chulainn sólo pudo maldecir su propia suerte. Ruby cayó de rodillas, su cuerpo entero temblando de terror puro. Sona retrocedió un paso, su rostro pálido y sus ojos abiertos de forma amplia, hubiese gritado, pero su mudez se lo impedía.

Contemplaron cómo el gigantesco dragón pálido se alzaba ahora en el medio de la ciudad, siendo visible desde cualquier punto de la misma. Su altura tan masiva que dejaba al castillo y cualquier edificación dentro de la ciudad como pequeños juguetes a su lado, cosas que podría derribar con un  mero agitar de su mano.

Fate Grand Order: Dragon x ServantsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora