Singularidad B+: El Imperio de los Lobos (Capítulo 33)

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El frío penetró la coraza mágica que era el código místico que le había proveído Chaldea. Se clavó como millones de agujas en toda su piel, penetrando sus músculos y alzándose desde las puntas de sus dedos hasta su pecho. Sekine sintió su cuerpo endurecerse mientras le hielo se envolvía a su alrededor, congelándola viva.

Entonces, el pesado golpe del metal contra el suelo fue el resultado de una muralla que se alzó ante el viento, impidiendo que éste la golpease directamente.

Con éste breve instante de no ser asaltada por más frío constante, con esa pequeña esperanza en la muralla que la protegía, Sekine se aferró a su consciencia y se forzó a recordar. A recordar y repasar.

"No sabemos a que tipos de lugares tendrás que ir a través de tu viaje. Será mejor que estés preparada. Por ello, ahora que aprendiste a usar tus circuitos mágicos adecuadamente, empezaremos tus lecciones sobre runas con algunas que servirán principalmente para supervivencia en cualquier lugar posible. Normalmente usaríamos otra cosa, pero carecemos de tiempo para enseñarte usos de la taumaturgia más adecuados."
Las palabras de Olga Marie Animusphere llegaron a la mente de la joven. La imagen de la directora de Chaldea, tratando de mantener la compostura pese a notarse desalineada, y estando lista para darle lecciones sobre el uso de la magia.

"Tiwaz."
Sekine recordó el nombre de la runa que aprendió ese día. Dejando caer su cuerpo al suelo, estampó una de sus manos contra el mismo mientras jadeaba. Recordó sus lecciones, e hizo uso de su gatillo.

La imagen de una llama llegó a su mente. Una llama que calcinaba poco a poco un gigantesco árbol.

Y sintió la calidez de sus circuitos mágicos vibrar bajo su piel. Absorbiendo el maná del entorno, haciendo suya la energía mágica que imbuía la helada tormenta que la rodeaba. Sekine forzó su voluntad a empujar la energía mágica dentro de la runa que había grabado en el suelo.

Y finalmente lo consiguió. Una expansión de energía mágica brotó desde el grabado, expandiéndose y creando un pequeño hueco. Una zona segura dentro de la tormenta de nieve.

Un lugar donde Sekine sintió que podía respirar sin que sus órganos internos ardiesen por el frío viento. No era perfecto, todavía se sentía un ambiente frío dentro, pero el viento era lo suficientemente tranquilo como para no ser una amenaza constante.

"Oh... Crear un campo delimitado incluso en éstas condiciones. Eres buena."
Entonces escuchó la voz del hombre, registrando un tono ligeramente sorprendido e impresionado.

Su mirada se alzó para encontrar al Servant que se alzaba con espada en mano frente a ella y las demás Servants presentes.

"Gracias, Master! Ahora nos encargamos de la amenaza!"
El grito alegre de Yang resonó en el lugar mientras que la Berserker desaparecía de un salto. Apareciendo en un instante sobre el hombre, uno de sus puños alzados y listo para bajar a toda velocidad.

Cesar respondió con un tajo ascendente propio, interceptando el ataque de la Berserker con el filo de su arma mientras fruncía ligeramente el seño.

"No, a pesar de todo, no las reconozco. Son como esas dos."
Comentó, mientras que una alabarda de hielo gigante se estampaba contra el cuerpo de la Berserker. Yang salió disparada, recorriendo rápidamente todo el campo de batalla hasta chocar con una de las murallas de hielo. La pared quedó parcialmente destrozada, cachos de hielo cayendo desde el hueco que ahora tenía mientras que el cuerpo de Yang quedaba clavado en su lugar.

"Mon3tr, Mash, ataquen. Cuidaré de Master yo."
El monstruo de puras rocas respondió inmediatamente a la voz de Kal'tsit, deslizándose por el aire a una velocidad vertiginosa en contra del Servant enemigo y los soldados de hielo.

Fate Grand Order: Dragon x ServantsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora