Singularidad C+: La Guerra de 100 Años del Dragón Enloquecido (Capítulo 24)

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En las profundidades de aquella destrozada caverna, en el lugar donde los dos cristales que el dragón buscaba proteger se encontraban. En esa amplia sala de cristales azulados. En ese lugar donde un golem dorado permanecía clavado en una pared, como si de un capullo se tratase...

El capullo empezó a agrietarse.

Las flamas brotaron lentamente de las grietas que cubrían el cuerpo del golem.

Pequeñas llamaradas.

Destellos minúsculos.

Chispas escondidas fácilmente por el cristal dorado.

Pero, poco a poco. Con lentitud, pero con seguridad.

Más grietas se formaban. Mas flamas brotaban.

Y, entonces, la oscura silueta dentro del golem apresado abrió sus ojos.

Y, entonces, las flamas brotaron con una potencia masiva del golem, destrozando su cuerpo dorado, mandando sus partes a volar en todas direcciones.

Girando en el aire, Ornstein aterrizó de pie sobre el techo de un edificio. Alzando su mirada, sus ojos se dirigieron hacia el coloso pálido que seguía gritando enfurecido mientras que se sacudía, toda la ciudad temblando ante sus movimientos como si el gigantesco dragón fuese el epicentro de un terremoto o algún tipo de desastre natural. Hasta que su mirada se posó en él.

Un escalofrío bajó lentamente por el cuerpo del dios menor, quien mantuvo su postura ligeramente inclinada, con su arma en mano, listo para contraatacar y defenderse de la represalia del dragón por perder una de sus colas.

"Tendría que haber usado una lanza de luz solar contra su cabeza..."
El caballero de armadura dorada se reprendió a si mismo, cuando vio el pilar de pura energía arcana dispararse en su dirección.

Estuvo a punto de saltar a un lado para esquivarlo, cuando el suave sonido del rasgar de unas cuerdas llamó su atención, de alguna forma antinatural el suave sonido de la música ahogando el iracundo rugido del ataque arcano que se abalanzaba sobre él.

Una barrera de energía verdosa envolvió su cuerpo, bloqueando el ataque, un segundo antes de que una tormenta de pétalos lo envolviese. En un instante, Ornstein se encontraba una vez más de pie junto a Arthuria, Ling, Mash y Kiyohime, con Ruby a su lado, y tanto Cu Chulainn, como Jeanne y Sona a pocos metros del grupo, terminando de acercarse a ellos.

La joven cazadora jadeaba exhausta, mientras miraba al hombre de reojo.

"Cuanto pesas?!"
La joven preguntó con sorpresa, sacando un gruñido al dios menor.

"No soy Smoug! No peso mucho! Es sólo la armadura!"
Ornstein exclamó aquello con notable irritación en su voz, pisoteando el suelo para recalcar sus palabras al hablar.

Lamentablemente, el intercambio de palabras entre ambos servants se vio interrumpido cuando el colosal dragón se giró rápidamente, generando una vez más aquel masivo espadón de pura energía arcana y dirigiéndolo contra los Servants en un ataque completamente iracundo.

El ataque que tanto les había costado frenar antes se abalanzaba ahora sobre ellos una vez más, y los servants apretaron los dientes mientras intentaban pensar que hacer. Una nueva liberación de dos Noble Phantasm no serviría para frenar el ataque, los Masters no podrían soportar la tensión de liberar sus ataques y habilidades más poderosas de forma continua una y otra vez.

"Oh no, si crees que te voy a dejar matarme antes de llevarme el primer beso de Otto-kun, estás muy equivocado!"
Entonces, la voz de Kiyohime resonó por encima del rugido enfurecido de Seath, y las flamas azuladas brotaron del cuerpo de la servant de cabello verdoso.

Fate Grand Order: Dragon x ServantsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora