Capítulo 9

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Una semana había pasado desde que se efectuara la boda entre Daniela y María José, una semana en la que su interacción fue mínima: Daniela salía desde temprano por lo que cuando Poché se despertaba esta ya no estaba, Poché se preparaba un café para dar inicio a su día metiéndose a duchar y arreglándose para caminar a la casa grande donde hablaba con su padre o jugaba con JP en lo que Val y las demás mujeres se encargaban del almuerzo, almuerzo al que llegaban los peones ya que tenían un comedor a las afueras de la casa grande donde Val y Carmen les servían los alimentos a los empleados, aunque algunos se iban a sus casas a comer con sus familias (había familias que tenían sus cabañas en los alrededores de los cafetales como regalo de Germán, sus empleados más cercanos habitaban junto a él en la casa grande y el resto eran empleados del pueblo o que por temporal bajaban de la sierra o poblados de los alrededores buscando empleo), pero Daniela a pesar de tener su cabaña siempre volvía a almorzar con su padre sin importar nada, era su tradición y no había día en el que ellos no almorzaran juntos. La castaña llegaba se sentaba entre su padre y su esposa para así degustar los platillos que Val y Carmen les cocinaban para después volver con el resto de peones a los cafetales o a la tostadora, teniendo así el mínimo contacto con su esposa, ya que al caer la tarde y en la alborada de la noche, mientras Poché disfrutaba pasando el mayor tiempo en la casa grande, Daniela se escapaba a recorrer los cafetales y sus alrededores montando a Ámbar para al regresar a su cabaña darse una ducha, ponerse su pijama y posicionarse cómodamente en su futón ahora convertido en su cama, leyendo un libro hasta que María José atravesaba la puerta le hacía un comentario sobre algún recado de su padre o algo que ella necesitara a lo cual la castaña se limitaba a responder con un "yo me encargo" dejando su libro en la mesa de centro , retirando sus gafas y acostándose en el futón al tiempo que Majo se dirigía a las escaleras y ambas pronunciaban un "buenas noches".

23 de Diciembre, día en que en la finca de los Calle, como año con año desde que les comenzó a ir bien en los negocios, se realiza una tradicional novena donde se reúnen todos los empleados tanto de los cafetales, de la tostadora y empaquetadora de los Calle, como de las fincas de los alrededores y del pueblo cercano. Todos agradeciendo por estar a un día de la celebración de la noche buena y con ella la conclusión de estos rezos y cánticos que se vienen teniendo desde el día 16 lo que la volvió, con mayor razón, en una fecha doblemente importante.

Germán y Daniela, por ser los patrones de la finca y quienes patrocinaban la comida y bebida posterior al rezo y los cánticos, eran los indicados para hacer la consideración del día y el cántico de los gozos. Para Juan Carlos estar presente se volvió en un regresar a su infancia y en verdad se arrepintió de haberse alejado de toda celebración tradicional debido al dolor que sentía por no tener a su esposa consigo para compartirlo, él había sido egoísta, pensando en no sentir dolor, pero de esta forma fue alejando a su hija de cosas tan sencillas pero que te mantienen con los pies en la tierra recordando el amor que debemos tener para con nuestro prójimo.

Poché en estos pocos días comenzó a conocer a las personas más cercanas de la finca: Val, José y JP eran una hermosa familia, ellos sonreían la mayor parte del tiempo a pesar de trabajar de sol a sol, ambos adultos acababan sus días con el cansancio reflejándose en sus rostros, sin embargo, bastaba cualquier acción de JP y sus ojos se cubren de un brillo sin igual, sus rostros se iluminan y una amplia sonrisa se hace presente. Joaquín y Brenda eran más reservados, ellos se encargaban de mantener a flote la tostadora y empacadora, y aunque convivían poco en la casa grande podía ver que eran personas leales a Germán y Daniela, ellos, junto a la familia Villa, tenían a su cuidado la casa grande de la última finca que Germán había adquirido, Carmen le había comentado que ella usualmente no se encontraba en la casa grande, pero que en ausencia de María el patrón le había pedido que apoyara en las labores de la casa grande, ya una vez la nana de Daniela regresara ella podría volver a hacerse cargo de la otra casa junto a Brenda quien se encargaba de alimentar a Joaquín, Héctor, Edgar, Laura y uno que otro empleado de la empacadora que no llevara almuerzo. Hablando de Edgar, este era un hombre serio, alto y fornido que da el aspecto de ser rudo, pero en realidad es más suave que un osito de felpa, su mirada era triste y a Poché le daba curiosidad el descubrir la razón detrás de esa tristeza.

Amor a la medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora