Capítulo 28

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Me tomó por sorpresa que llegáramos a 100 seguidores, ojalá se mantengan y mis historias sean de su agrado y predilección.

Les adelanto un poco los dos capítulos de esta semana.

Recuerden que nos leemos hasta el domingo 8 de Enero que es el día en que publico los capítulos de esta historia, que probablemente acabe entre el capitulo 40-45, aun no estoy segura porque desconozco el como se vaya dando el desarrollo de esta parte.



- ¡Abuelooooooooo! - un pequeño castaño entra corriendo al despacho de Germán sin tocar la puerta, tal como su abuelo le había indicado, tal como lo hacía todos los días a la hora del almuerzo, pero sin saber lo que en ese momento estaba interrumpiendo- dice abuela Malía que ya está el almuelzo- dijo al tiempo que entraba de forma directa hasta llegar con su abuelo, tomarlo de la mano y comenzar a jalarlo para llevarlo al comedor donde los esperaban.

-Niño mal educado ¿Qué tu madre no te ha enseñado valores? –menciona Daniela molesta por la interrupción del pequeño- ¿Qué no sabes que se debe tocar una puerta antes de entrar?

- ¿abuelo? –el pequeño volteo a ver a Germán con sus ojitos cristalizados- ¿soy malo?

-Para nada mi ratoncito- Germán lo toma en brazos para acomodarlo en su regazo y el pequeño se refugia en el pecho del hombre comenzando a sollozar rompiendo el corazón de Germán- lo que pasa es que mi ratona no sabe que tú tienes carta abierta conmigo.

- ¿Qué es una calta abielta? – el pequeño despega un poco su rostro del pecho de su abuelo para hacerle la pregunta viéndolo a los ojos.

-Eso significa que tu no necesitas tocar ninguna puerta antes de entrar a cualquier habitación donde yo me encuentre-responde Germán claramente- porque yo siempre estoy disponible para ti.

-Lo estas mal educando papá- menciona Daniela- ¿Qué opina María José de esto? -cuestiona a su padre pensando que la pelinegra no estaba al tanto de lo que su padre hacía con el pequeño.

-Mi mami y la tía Blenda dicen que antes de entlal a cualquiel habitación debemos tocal la puelta polque no sabemos que pueda estal pasando adentlo y tal vez intelumpimos algo impoltante- recita lo que las mujeres la habían enseñado- ¿intelumpí?

-Si- afirma Daniela fuertemente.

-No- menciona Germán al mismo tiempo que su hija, pero de una forma más suave para no asustar al pequeño- tu nunca interrumpes mi ratoncito- volteo a ver la reacción en su hija que era de molestia al ver como su padre se mostraba cariñoso con el pequeño, incluso, la castaña podía identificar una emoción que no le agradaba sentir y mucho menos que estuviera siendo generada a partir de la relación de su padre con un pequeño de cuatro años.

-Entonces ¿nos vamos? -pregunta con un poco de temor ya que el rostro de Daniela denotaba molestia- ¿tu también vas a comel con nosotlos? –cuestiona a la mujer que tenía frente a él- la comida de la abuela Malía es la mejol, segulo que te gusta.

-No tienes ni que decírmelo, crecí siendo alimentada por ella, es solo que no tengo hambre- responde siendo sincera, toda la información que había recibido y la discusión con su padre le había quitado el apetito y dejado un dolor de cabeza.

- ¿tu madre ya está en el comedor? – cuestiona Germán ante el asombro de Daniela, ella no esperaba encontrarse con María José, al menos no sin antes saber cómo decirle a su prometida que la persona que ella consideraba su ex esposa vivía en la finca.

-No- responde al tiempo que movía fervientemente la cabeza en negación, parando hasta que Germán le detuvo la cabeza- la tía Lu dijo que hay mucho tlabajo en la cafetelía y que mamá se quedó atendiendo pala que la tía Lala fuela a comel a su casa.

Amor a la medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora