Capítulo 25

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Una semana había pasado, una semana donde Edgar, Lala, María José y el pequeño Carlos Daniel paseaban por los lugares menos esperados de Colombia, encontrándose con paisajes hermosos que llenaban de alegría el rostro del pequeño, quien, a pesar de extrañar a su nino, estaba disfrutando en desmedida sus vacaciones de cumpleaños. Una semana donde María José esperaba a que su hijo durmiera profundamente para llorar en un suspiro ahogado, una semana donde se preocupaba por el paradero del rubio al que amaba como un hermano y a su vez una semana en la que se preguntaba cómo sería su vuelta a la finca de los Calle, aunque Daniela no estuviera ahí, Germán lo estaba y no sería capaz de ocultarle la verdad sobre Carlos Daniel.

-Mamita despielta, mi nino no está- la voz del pequeño ojiverde hizo que María José se levantara de inmediato.

- ¿Cómo que no está? -pregunta restregándose sus manos empuñadas en los ojos- ¿ya lo buscaste en el baño?

-Si pelo no está y tampoco sus cosas.

- ¿Cómo que no están sus cosas? –se pregunta más para sí misma y comienza a buscar al rubio encontrándose con una carta sobre la mesa de noche dirigida a ella- sabes que mi amor, ahora que lo recuerdo tu nino tenía que hacer algo hoy temprano, ¿te parece si vas a darte un baño en lo que yo voy arreglando las cosas.

-Está bien mami- responde el pequeño caminando al cuarto de baño donde con dificultades abrió la llave de la ducha, pero que logró manejar para dejarla a la temperatura de su agrado; para ser tan pequeño era un niño bastante independiente, María José se había encargado de hacerlo así, no quería que creciera dependiente de nadie.

-Veamos qué hiciste rubio bobo- menciona María José al abrir la carta del rubio y comenzar a leer- "querida Poché: es extraño estar escribiendo esto, pero es necesario porque no creo poder despedirme frente a frente de ustedes dos. Tú y mi ratoncito no se merecen estar huyendo, ocultándose y temiendo ser encontrados, es por eso que me tomé el atrevimiento de hablar con Edgar y pedirle que nos encontráramos casualmente para que te vayas con ellos a la finca y ahí te cuiden y protejan a ti y al ratoncito. Y no me digas que no porque hasta tu padre estuvo de acuerdo con ello, de hecho, me envió una carta para Germán donde le explica lo que ha sucedido con la exportadora y las razones por las cuales no te puedes ir con él a Miami. Yo mantendré un perfil bajo, buscaré la forma de colaborar con la policía para que al momento en que capturen a la banda de narcotraficantes yo quede a salvo y pueda rehacer mi vida, aunque sea lejos de ustedes porque estoy seguro de que en el momento en que pueda tu padre te sacará del país. Tú y Carlos Daniel han sido mi familia por los últimos casi cinco años, los amo con el alma entera y daría mi propia vida si de eso dependiera que ustedes fueran felices, no lo dudes nunca. Dale un beso y un abrazo muy fuerte a Luciano y encárgate de hacerle saber que su padre lo amó desde el momento que supo de su existencia, solo que fue muy cobarde para luchar por él. Con amor, tu rubio bobo".

- ¿mami? - la voz proveniente de Carlos Daniel desde el baño hizo que la pelinegra se limpiara las lágrimas que no se dio cuenta en que momento comenzaron a rodar por su rostro- ¿estás ahí?

-Mande mi amor- responde tomando la carta y colocándola dentro de su bolso.

-Ya telmine- menciona el pequeño- ¿me sacas?

-Voy- le dice entrando a la ducha con la toalla en manos, pero al ver que el pequeño aun tenía espuma en el cabello simplemente rio- señorito creo que aún no acabamos por aquí- abre la ducha y comienza a enjuagar al castañito. Una vez el pequeño quedó sin rastros de espuma lo secó y le ayudó a vestirse, le dejó jugando con el iPad y se metió a darse una ducha rápida, al salir del cuarto de baño en un vestido floral comenzó a hacer sus maletas, justo había terminado cuando la puerta de la habitación sonó, se acercó a abrirla y a través de la mirilla observó a Edgar.

Amor a la medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora