Capítulo 32

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-Ha vuelto el sol que ilumina tus días- Randy menciona al entrar en la cafetería con una enorme sonrisa y una gran mochila en su espalda encontrándose con María José y Lala solas en el acogedor lugar.

- ¿y a este que mosco le picó? –cuestiona Lala viendo al joven hombre acercarse a ellas.

-Hola- sonríe para ambas- Randall Newman- se presenta con Lala extendiendo su mano a modo de saludo, gesto que la chica sigue- pero todos me dicen Randy.

-Laura Villa, pero todos me dicen Lala- la chica saluda con firmeza al ojiazul- encantada de conocerte.

-El gusto es mío- antes de soltarle la mano le deposita un beso en el dorso de la misma- de haber sabido que en medio de estas colinas se encontraba el tesoro mejor guardado de la zona cafetalera no habría perdido el tiempo buscando musas inspiradoras a lo largo y ancho de Colombia.

-Tu sí que eres un adulador Randall Newman- menciona María José- ¿todo en orden?

-Todo perfecto- menciona quitando la gran mochila de su espalda para colocarla en el piso junto al mostrador detrás del cual se encontraba el par de mujeres- ahora solo queda hospedarme aquí y utilizar todo mi encanto para convencerte de que poses para mi cámara- sonríe tomando su Canon de 35 mm y disparando un par de veces en dirección a María José.

- ¿eres fotógrafo profesional? –cuestiona Lala para desviar la atención del ojiazul de la pelinegra quien se veía con algo de incomodidad ante el galanteo del hombre.

-Eso dice el New York Film Academy, yo prefiero pensar que me gano la vida capturando instantes, volviendo permanentes momentos efímeros y mis estimadas Lala y María José la belleza de ambas merece ser inmortalizada en una bella fotografia.

-Vaya, nunca antes se me ocurrió ser modelo- menciona Lala- ¿a ti Majo? –observa a la pelinegra negar con un movimiento de cabeza ya que en ese preciso momento tomaba agua.

- ¿en verdad? ¿nunca? Pero si ustedes son hermosas-comenta Randy.

- ¿Quiénes son hermosas? -la grave voz de Edgar se hace escuchar en la cafetería.

-Nosotras- responde con una amplia sonrisa Lala que le resulta imposible de no capturar a Randy- ¿o tu qué opinas amor?

-Opino que este joven tiene toda la razón- saluda a Lala a través del mostrador con un pico, observando por el rabillo del ojo como la sonrisa del joven hombre desaparecía- hola amor, buena tarde señora María José-saluda respetuosamente a la pelinegra- ¿y usted es? – se dirige al alto castaño.

-Randall Newman, pero todos me dicen Randy- le extiende la mano para saludarlo y Edgar le toma la mano en un fuerte apretón.

-Edgar Jiménez, esposo de esta guapa mujer y chofer del hotel y la finca- observa detenidamente al chico observando la mochila en el suelo- ¿es usted huésped del hotel? Me parece haberlo visto por la mañana.

-Un hombre observador- señala el ojiazul- estuve en el tour de fotografía por la mañana, pero al enterarme de que me podía hospedar en este hermoso paraíso fui a mi hotel de paso, recogí mis cosas y heme de vuelta aquí.

-Edgar-María José llama la atención del alto y fornido hombre- ya que estas aquí ¿no te importa quedarte un rato con Lala para hacerle compañía en caso de que llegue el tour de los cafetales? Al menos en lo que yo voy y llevo a Randy a la recepción del hotel para que Brenda lo instale en una de las habitaciones disponibles.

-Despreocúpese patrona, yo me quedo con Lala, vaya tranquila- el alto hombre le sonríe amablemente y María José sale por un lado del mostrador en dirección a la salida acción que es imitada por el ojiazul quien entre tropiezos logra balancear su mochila para colocársela en la espalda y seguir a la pelinegra hasta la recepción del hotel donde María José tocó una campanilla al tiempo que tomó asiento en la silla detrás del escritorio alto y comenzó a teclear en la computadora.

Amor a la medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora