Capítulo 30

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@Abbygail9205 lo prometido es deuda, ahora si Feliz Año, nos leemos en el 2023.


- ¿alguien me explica que hace Daniela Calle en la finca? -María José enviaba el mensaje en el chat que tenía con las hermanas Villa- porque me queda claro que no lo aluciné ya que ¡mi hijo! La saludó e interactuó con ella como si se conocieran de años- la pelinegra dejaba en el chat al tiempo que cocinaba la cena para ella y el pequeño que jugaba en su iPad sentado en el futón de la sala sin imaginar lo que pasaba en la mente de su madre.

-Lo siento Majito- responde Lala- Edgar me comentó sobre su viaje al aeropuerto, pero no me pareció que era el tipo de información que se da después de comer, además ¿Qué esperabas? Que llegara y te dijera: oye Majito ¿a que no sabes quien regresó a la finca? ¡exacto! Tu ex, la madre de tu hijo y dueña de la finca.

-Mi hermana tiene razón, es algo que no nos correspondía a nosotras decir- agrega Lucia- ¿pudiste hablar con ella?

- ¿hablar? ¡¿hablar?! ¡estaba petrificada! Con trabajo mi organismo recordó como respirar, después de cinco años, ¡cinco largos años! La tuve frente a mí y todo lo que en un momento pensé en decirle al encontrarla de nuevo desapareció, me quedé en estado de shock, es mas no recuerdo que fue lo que le dije, si es que acaso dije algo- la pelinegra escribió dejando el teléfono de lado para servir en su plato y en el del pequeño castaño el pollo a la plancha con las verduras y arroz- mi amor –dijo llamando la atención del pequeño- es hora de comer, deja el iPad en la mesa de centro y ven aquí a lavarte las manos.

-Si mami- responde el castañito y de inmediato sigue las indicaciones de su madre, la cual dejaba los platos en la mesa y se dirigía a la nevera por la jarra con agua fresca, vasos y un par de aderezos para el pollo y las verduras, tiempo suficiente para que el niño sacara el banco que estaba debajo del fregadero, subiera en él y lavara sus manitas para después dirigirse a la mesa y degustar sus alimentos después de dar gracias.

- ¿Qué tal estuvo tu día mi vida? -cuestionó María José al tiempo que comía, si algo amaba de las cenas con su hijo era exactamente eso: hablar de su día, que le contara lo mucho que disfrutaba de estar al aire libre, de las actividades que hacía con Brenda en la escuelita de verano o del como los chicos lo llevaba a cabalgar.

-Bien mami, la tía Blenda nos puso a cololeal y esclibil nuestlo nomble, jugamos en el patio de la casa glande, la abuela Malía hizo ceviche y el abuelo está muy feliz polque su latona leglesó, aunque ella estaba un poco tliste.

- ¿Por qué piensas que estaba triste? –cuestiona al pequeño buscando obtener información sobre Daniela sin que este se diera cuenta debido a su inocencia.

-Polque estaba llolando en el despacho del abuelo cuando hablaba con la tía Lu-responde dándole una mordida a su pollito y bailando en su silla por lo delicioso del bocado que acababa de probar.

-Tal vez estaba llorando de felicidad por volver a ver a Lucia, ellas son mejores amigas y Daniela tenía muchos años sin venir a la finca y por ende sin ver a tu tía.

-No mami, sus ojitos estaban tlistes, así como se ponen los tuyos cuando te pido que me hables de mi papi- responde el pequeño inocentemente- pero yo me encalgué de aleglarla.

- ¿Qué hiciste Carlos Daniel? –María José enarca una ceja expectante a la respuesta de su hijo.

-Solo limpié sus láglimas, le di un ablazo y un beso- responde tranquilo- y ahola somos amigos.

-Me da gusto que tengas una nueva amiga- sonríe al ver la sonrisa de su hijo al tiempo que asiente sobre su "nueva amiga". El resto de la cena transcurre tranquila, ambos terminan sus platos y como es su costumbre lavan en conjunto la loza, para después el pequeño subir a la habitación y llevar acabo su rutina de noche que consistía en darse un baño, ponerse su pijama y lavar sus dientes antes de meterse en la cama. Por su parte María José se encargaba de guardar todo en la nevera, secar la loza y colocarla en la alacena; al finalizar sus tareas la luz verde parpadeante de su teléfono le anunciaba que tenía alguna notificación por lo que lo tomó, se sentó cómodamente en el futón y fue directo a los mensajes que Laura y Lucia habían dejado.

Amor a la medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora