Capítulo 45

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Especial de San Valentín

Que lo disfruten

Felicidad, felicidad era lo que María José estaba sintiendo en su corazón y que le hizo esbozar una amplia sonrisa al tiempo que guardaba los vasos y platos que se utilizaron en el almuerzo. A pesar de estar encerrada en el bunker como medida precautoria, el poder tener a su padre con ella, el que la risa del pequeño Carlos Daniel inunde el ambiente y el brillo que destellan los ojos de Daniela cada que la mira era suficiente para que se sintiera plena.

Germán y Daniela les explicaron tanto a su padre como a ella la situación, el comandante Ramírez había pasado por la finca a recoger la canasta de dulces y les mencionó la estrategia a llevar: debido a la distancia que se tiene entre la finca y el lugar de la entrega (el cual no tenía nada sospechoso más que un bote para depositar basura), saldrían con el dinero rumbo a este lugar a las 20:30 horas dando el tiempo suficiente para poder llegar y esperar a que alguien hiciera acto de presencia, lo harían en la camioneta del hotel, Daniela y Germán optaron por ir ambos y ser acompañados por Edgar y un par de peones más, Juan Carlos al escucharlos les pidió acompañarlos ya que quería ser testigo del suceso esperando que todo quedara resuelto y de esta forma poder volver a la normalidad, por lo que al no estar nadie en la finca José estaría a cargo de la casa grande la cual estaba siendo resguardada por todas las vías aledañas.

-Me voy a poner celosa de lo que sea que puso esa linda sonrisa en tu rostro- se acerca Daniela sorprendiendo a María José abrazándola por la espalda y colocando su mentón en el hombro de la más pequeña.

-Boba, me asustaste- responde María José aferrándose al agarre que la castaña tenía en su cintura- no se puede estar celoso de uno mismo.

-Claro que puedo, porque ese yo de tu mente puede estar dándote de besitos y mientras yo estoy aquí triste porque no me das ningún cariñito- menciona haciendo una mueca con sus labios denotando tristeza, acción que María José vio de reojo ocasionando que se girara entre los brazos de Daniela para quedar frente a frente.

-Nada de eso- comienza a repartir besitos por todo el rostro de la castaña- tu eres la única Daniela Calle que habita en mi mente y corazón- dicho esto deposita un beso sobre los labios de la castaña, quien no pierde oportunidad para profundizarlo un poco, al menos hasta que el carraspeo de la garganta de Germán las saca de su burbuja de amor.

-Tiene espectadores chicas- llama la atención para que los vean tanto a él, a Juan Carlos y a Carlos Daniel observando la escena.

-Lo sentimos- responde Daniela separándose del abrazo en que tenía prisionera a María José, pero entrelazando sus manos- han sido muchos años sin ella, no me pueden culpar por querer permanecer pegada a ella.

-Hay lugares para todo hija- menciona Germán acercándose a ambas al tiempo que Juan Carlos y Carlos Daniel regresaban a la película que veían, ambos con una sonrisa en el rostro ocasionada por la sonrisa que María José tenía- tomen- les entrega unas llaves- Juan Carlos y yo nos quedamos con nuestro nieto, ustedes vayan por ahí- señala la puerta que conecta al bunker con la casa grande de la finca de los Camacho- las escaleras las llevaran al despacho de la casa grande, esta todo cerrado, solo tengo un par de vigilantes en el portón y en la entrada principal de la casa, así que tendrán el espacio para ustedes solas- mueve sugerentemente las cejas, les guiña un ojo y se da la vuelta con el pequeño y Juan Carlos.

- ¿vamos? - cuestiona Daniela esperando a que María José acceda, si bien los gestos y guiños de su padre eran divertidos, para Daniela tenían un significado más allá de la diversión.

-Por supuesto- Majo toma la llave en una mano y con la otra entrelaza su mano a la de Daniela y la va guiando camino a la casa grande de lo que en su tiempo fue la finca Camacho.

Amor a la medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora