-Hogar dulce hogar- menciona Daniela al abrir la puerta de la cabaña- ¿tengo que cargarte para entrar como dicta la tradición de los recién casados? – cuestiona en tono burlón.
-Podemos omitir ese paso-responde María José adentrándose en la cabaña una vez habían dejado a Ámbar instalada en la caballeriza que Daniela le construyó a un lado de la cabaña- aunque debo darte la razón: se siente un calor de hogar, me gusta mi nueva casa.
-No te acomodes tan rápido que si nuestro plan funciona esto no durará mucho-comenta Daniela cerrando tras de sí la puerta y recordando la conversación que ella y María José tuvieron en su habitación esta mañana después del desayuno.
- ¿Qué has decidido? –cuestiona Daniela con algo de incertidumbre en su tono de voz.
-Creo que antes de decirte que sí, necesito que escuches algunos puntos que son fundamentales para mí, ya si tu no los quieres aceptar pues entonces no veo manera de que podamos con esta farsa.
-Suelta, sea lo que sea te lo daré-responde Daniela segura de poder cumplir cualquier exigencia de la pelinegra.
-Eres una pésima negociante, es por eso que tu padre requiere de mis talentos para enseñarte a no ceder tan fácilmente-comenta María José tomando asiento en la cama donde había pasado la noche.
-No soy pésima negociante, es solo que no escatimo en obtener lo que quiero y en este momento tu presencia me ayudará a ganar tiempo.
-Pues entonces aquí van mis requisitos: primero que nada, quiero una extensión de tu tarjeta de crédito por cualquier cosa que se me antoje comprar.
-Darte una extensión de la tarjeta implica salir de la finca, estas demente si piensas que así de sencillo vas a lograr sacarme de aquí, lo más que puedo hacer es enviarte con Joaquín al pueblo a que abras una cuenta de banco a tu nombre y depositarte una cantidad semanal.
-Me parece bien, pero yo pondré la cantidad.
-Hecho. ¿Qué más?
-Voy a tener mi propia habitación en la cabaña donde viviremos, no pienso compartir cama contigo, ya es suficiente con irme a vivir contigo como para que aun tenga que dormir a tu lado.
-Está bien, pero compartiremos armario y solo hay un baño completo así que no tenemos más opción que compartirlo.
-De acuerdo, no es como que me hubiera traído mi guardarropa completo de la capital y creo que tenemos horarios diferentes para despertar- recuerda María José que mientras ella se iba levantando, Daniela junto con los peones habían estado en los cafetales desde las cinco de mañana.
- ¿algo más?
-Las muestras de afecto quedan limitadas a tomarnos de la mano o a abrazarnos en momentos donde socialmente sea aceptable que lo hagamos, pero besos y sexo quedan fueran de la ecuación.
-No tengo problema en ese departamento-menciona Daniela pensando en que nunca había besado a alguna mujer y mucho menos había tenido relaciones sexuales- que otra cosa.
-Soy una inútil, así que no esperes que cocine, lave, limpie o haga alguna labor del hogar porque no tengo ni idea de cómo hacerlo, siempre he tenido sirvientes que hagan las cosas por mi así que debemos de tener ayuda en casa.
-Eso no es necesario, yo me encargo de la limpieza de la cabaña, los alimentos regularmente los tomo en la casa grande tal como lo viste hace un rato por lo que si deseas comer sin tener que cocinar debes acudir con mi nana María o con Val, ellas son las encargadas de la cocina y harán lo que les pidas en cuanto a la ropa sucia en el baño de la cabaña tengo un cesto donde la coloco, una vez por semana la traigo a la casa grande y la meto a lavar y las chicas se encargan de secarla y doblarla para que yo solo venga a acomodarla en el armario.
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Amor a la medida
Hayran KurguEn un matrimonio arreglado por sus padres ¿Qué puede salir mal? Una historia donde Daniela y María José son tan diferentes que sin darse cuenta se complementan y con la convivencia diaria que les trae el ser un matrimonio que se ama ante todos los e...