Cameron
Juro que cuando salga de aquí Abigail y Dylan no tendrán otro día más de vida que contar. ¿Cómo se les ocurría encerrarme en la habitación de Dominik? Sus inocentes apariencias definitivamente no le hacían justicia a la maldad y perversión que llevaban en el interior. Aunque algo me decía que todo esto había sido idea de Abigail. Dylan me había dicho que supuestamente ya no le interesaba que estuviera con su hermano así que no comprendía sus intenciones detrás de todo esto. Pero conociéndolo solo lo hizo para fastidiarme.
Miré hacia las ventanas, como estaba en el primer piso podría salir por alguna de ellas, lo único que me detenía era la estrepitosa lluvia que caía afuera. Recordé haber visto en las noticias la alerta de una tormenta esta noche. Corrí las cortinas para ver mejor. El cristal de las ventanas estaba todo empañado. Me estremecí mirando cómo las copas de los árboles se movían con violencia a causa del fuerte viento, di un respingo cuando el cielo se iluminó de repente seguido de un escandaloso trueno.
—Ni hablar... —susurré rechazando rotundamente la idea de salir por la ventana. Debo encontrar otro plan de escape antes de que Dominik saliera del baño.
El pánico me invadió cuando miré alrededor desesperado. Me acerqué rápidamente a una puerta que había al lado del baño y al abrirla descubrí un gigantesco closet. En cuanto entré las luces se prendieron automáticamente. Mi boca se abrió con impacto al ver toda la ropa que había y lo perfectamente ordenada que estaba. Habían hileras completas de camisas, camisetas, ropa interior y pantalones, todo estaba separado por tipo y por colores, también tenía un área de ropa deportiva y una zona de calzado. Esto parecía una tienda. Pensé eso al ver que incluso tenía su propio sistema de ventilación. En el centro del closet había una especie de encimera negra, cuando me acerqué casi pego el grito al cielo al ver la lujosa colección de relojes y perfumes.
—Rolex, Patek Philippe, Cartier... —susurré con los ojos exorbitados viendo las marcas de los relojes.
Sin salir por completo de mi asombro busqué con la mirada algún lugar dónde esconderme. Este closet era más grande que la habitación donde solía dormir hace unos meses. Y esa colección de relojes y perfumes valía más que la casa en donde vivía. Aunque mi situación económica haya mejorado bastante, la diferencia entre Dominik y yo seguía siendo abismal.
Sentí un poco de nostalgia al recordar que no le importó ver dónde vivía hace meses para invitarme a salir. Resoplé con resentimiento al recordar que me dejó. No lo perdonaría jamás.
Miré hacia donde estaban los pantalones de vestir. Estaban en una esquina y en la parte de abajo donde nadie me vería. Caminé hacia allá y separé unos cuantos pantalones verificando si había espacio suficiente, al ver que había un hueco sonreí y me metí con un poco de dificultad. Me senté y me cubrí bien con los pantalones que estaban en frente. Me sentí un triunfador cuando las luces del closet se apagaron automáticamente.
—Es que soy idiota... —me maldije al ver que no solo había dejado la puerta del closet abierta, sino que también había dejado la luz de la habitación encendida, recordaba que estaba apagada cuando Dylan y Abigail me lanzaron.
Cuando quise salir de mi escondite para resolver eso, el sonido de una puerta abriéndose me detuvo. ¡Ya Dominik salió del baño! Miré con terror hacia la puerta y crucé los dedos para que no notara nada extraño. Podía escucharlo silbar suavemente a lo lejos, lo cual me pareció extrañamente tierno.
Aparté los pantalones un poco para ampliar mi campo visual. El silbido se detuvo justo cuando vi sus pies frente a la puerta del closet. ¡Rayos! Estaba seguro de que notó que la puerta no debía estar abierta. La vista limitada que tenía solo me dejaba ver sus grandes piernas mojadas. Contuve la respiración cuando lo vi adentrarse en el closet, cuando se paró frente a donde yo estaba escondido sentí que el corazón se me detenía mientras contenía la respiración. ¿Me descubrió?
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Mi Director [Homosexual/Gay]
Подростковая литератураDylan Brown es un chico de 18 años, hijo del primer ministro de Reino Unido. Una noche, el mejor amigo lo reta a ir a un bar gay, en dicho bar, Dylan se pasa de copas y termina acostándose con Will Collins, un sexy hombre de 24 años. Dylan pensó que...