Dean
Maldije en voz baja al ver a Robert salir de la casa justo cuando terminé de acomodar mis maletas en la parte trasera de uno de sus autos. Hubiese tomado un taxi pero Vladimir insistió en llevarme él mismo, y para ser honestos, no quería hacer este proceso yo solo. Hoy era el día en que me iría de aquí. Robert no pudo disimular la confusión y el dolor en sus ojos cuando levantó la mirada de su celular y me vio a pocos a pasos de él, a minutos de salir de su vida para siempre. Ignorando la pequeña opresión en mi pecho noté con sorpresa que Cameron estaba a su lado junto con algunos guardias de seguridad. El rubio me miró igualmente sorprendido. Me dio un tic nervioso en una pierna delatando mi ansiedad. Recé para que Vladimir llegara pronto.
—Y aquí viene... —murmuré al ver a Robert hablar con los demás antes de acercarse. Lo encaré cuando se detuvo a una distancia prudente de mí, él me miró con el ceño fruncido. Evité con todas mis fuerzas no bajar la mirada e ignorar lo bien que le quedaba el traje negro que traía puesto.
—¿Te vas a ir así sin más? —preguntó con un tono de reproche que me molestó.
—¿Otra vez intentarás detenerme? —pregunté exasperado cruzándome de brazos, él soltó un suspiro. Me eché para atrás instintivamente cuando extendió una mano hacia mi mejilla. Una ráfaga de dolor cruzó sus ojos haciéndome sentir un poco mal pero no lo suficiente como para arrepentirme.
—¿Podemos hablar adentro un momento? —alcé una ceja cuando preguntó aquello mirándome fijamente.
—Lo que sea que quieras decirme puedes hacerlo aquí —respondí negándome. Por la forma en que miró hacia donde estaban los demás comprendí su incomodidad, todos nos miraban "disimuladamente".
—Por favor, puede que esta sea la última vez que nos veamos —susurró con un deje de súplica, aparté la mirada cuando sentí mis ojos arder al escucharlo. Sabía que aquello era cierto y no solo una táctica de manipulación. Probablemente no nos volveríamos a ver, y eso, aunque era lo más sano, me dolía. Quisiera tener una varita mágica que deshiciera todo lo que sentía por él, incluyendo todos los recuerdos que teníamos juntos...
—Está bien —acepté cuando a mí también comenzaron a incomodarme las indiscretas miradas de sus guardaespaldas. Estaba dispuesto a cerrar definitivamente este capítulo y no dejar nada pendiente para poder seguir mi vida sin mirar atrás. Su sonrisa aceleró mi corazón. Alejé mis ojos de él y me encaminé hacia la puerta bajo la curiosa y preocupada mirada de Cameron.
—Vengo en un momento —les dijo Robert a los demás mientras me seguía, respiré hondo deseando no arrepentirme de esto. Aunque con aquel hombre nunca se sabe lo que va a pasar. Rodé los ojos cuando se me adelantó y me abrió la puerta de la entrada muy sonriente.
—Qué caballero —dije con sarcasmo pasando de él y entrando en la casa, lo escuché reírse un poco.
Aunque lo dije sarcásticamente, recordé con nostalgia que sí se comportó como un caballero conmigo la mayor parte del tiempo. Siempre estuvo pendiente de mí, preocupándose porque estuviera bien, siempre me abría las puertas, prefería mojarse él y darme la sombrilla a mí cuando llegábamos a la casa mientras llovía, cada vez que regresaba de sus viajes me traía algún regalo, si me escuchaba estornudar a los diez minutos ya había un doctor llegando a atenderme, cuando tenía miedo por las noches me contaba historias hasta que me quedaba dormido... Los pequeños pero valiosos detalles que siempre tuvo conmigo son las cosas que más extrañaré.
Caminé hacia su oficina con las piernas temblándome al igual que mi labio inferior. Respiré hondo y mantuve la calma. Me prometí no volver a llorar.
—Dominik está teniendo una reunión ahí... sígueme —la voz de Robert interrumpió mis pensamientos, lo miré cuando pasamos por delante de la puerta de su oficina.
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Mi Director [Homosexual/Gay]
Genç KurguDylan Brown es un chico de 18 años, hijo del primer ministro de Reino Unido. Una noche, el mejor amigo lo reta a ir a un bar gay, en dicho bar, Dylan se pasa de copas y termina acostándose con Will Collins, un sexy hombre de 24 años. Dylan pensó que...