Dylan
Al sentir y escuchar mi estómago gruñir me levanté de las piernas de Will rápidamente, muy sonrojado lo miré, él aún hablaba por teléfono, no se percató de mi hambre. Sentí algo de lástima por la persona al otro lado de la línea, Will le ha dicho de todo.
Señalé la puerta indicándole que me iba, él negó lentamente con sus ojos puestos en mí, hice un puchero y me acaricié la barriga, al ver su expresión supe que comprendió, su expresión burlona.
—Lo arreglaré yo mismo —dijo exasperado y colgó la llamada. —¿Tienes hambre? —preguntó mirándome, sorprendentemente estaba tranquilo.
Asentí apenado, mi refresco helado terminó volviéndose agua, miré a Will mientras hablaba por teléfono ahora con su secretaria. Mi cuerpo se estremece al escuchar su masculina voz, como la primera vez.
—Siéntate —dijo a la vez que se levantaba y caminaba hacia la puerta, me senté en uno de los sillones al escuchar que le quitaba el seguro y salía.
Vi en el suelo un pendiente rosa, lo más probable es que sea de la chica que vi afuera. Will regresó y puso frente a mí un sándwich de queso fundido y una soda. Se me hizo agua la boca pero aparté la mirada.
—¿Cuánto es? —pregunté sacando mi billetera, él negó y se sentó en el sillón contiguo a mí mientras le daba una mordida a su sándwich. —Will...
—Nada —respondió mirándome fijamente, fruncí el ceño. Soy un abusador, me aprovecho de él para que me dé comida gratis, lo hago inconscientemente, soy terrible.
Suspiré resignado y tomé el sándwich sin más opción, le di una pequeña mordida bajo la atenta mirada de mi director.
—¿Son muchas las chicas que se te ofrecen? —pregunté mirándolo con curiosidad, él asintió con pesar. Es obvio, con lo bueno que está no puedo culparlas y no puedo evitar enojarme.
Pensar que tratan de seducirlo para que se acueste con ellas hace que mi sangre hierva, quizás algunas lo han logrado. Apreté las manos en puños y dejé de pensar eso.
—No me creerías si te digo las cosas que hacen —respondió con tranquilidad y una mirada sombría, me acerqué más a él.
—¿Q-Qué hacen? —pregunté entre curioso y asustado de escuchar la respuesta.
—Aparecen desnu...
—Ya, ya, mejor no me digas —lo interrumpí tapándome los oídos al ver por dónde iba la cosa, él sonrió y se quedó mirándome.
—Eres un niño —dijo riéndose, lo fulminé con la mirada.
No quiero escuchar lo que hacen porque eso me fastidiaría y me molestaría, lo último que quiero es que note lo mucho que me importa.
—No quiero saber cómo te las follas —dije en voz baja, realmente no quería escuchar eso, y menos que me lo diga él.
—¿Qué te hace pensar que lo hago? —preguntó arqueando una ceja, lo miré con escepticismo. Quizás rechazó a la de antes porque estaba enojado. —No lo he hecho, con ninguna —añadió inclinándose hacia mí, por un momento lo creí al ver su mirada, luego recordé que es Will con quien hablo, el rey de la manipulación, así que esta vez no le creí.
—Por supuesto, tampoco es como si me importara —respondí fingiendo desinterés mientras me encogía de hombros, él me sonrió de lado.
—Tu sándwich me dice otra cosa, no te desquites con él.
Bajé la mirada y vi que al sándwich se le estaba saliendo todo el queso por estarlo apretando tanto, sentí mis mejillas y mis orejas calentarse, lo dejé sobre el envoltorio que trajo y me limpié los dedos llenos de queso con una servilleta.
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Mi Director [Homosexual/Gay]
Teen FictionDylan Brown es un chico de 18 años, hijo del primer ministro de Reino Unido. Una noche, el mejor amigo lo reta a ir a un bar gay, en dicho bar, Dylan se pasa de copas y termina acostándose con Will Collins, un sexy hombre de 24 años. Dylan pensó que...